
Por Natalia Gauna || @NatiCGauna || 08-03-2013
Temprano a la mañana, camino al trabajo y encuentro los puestos de flores con carteles alusivos a la mujer. Prendo la radio, la locutora pide a los oyentes que llamen y expresen el amor por cada una de las mujeres significativas en su vida. En la oficina, todas nos saludamos, los hombres también nos felicitan y preparan un desayuno especial. Recibo un mail de comunicación interna de la empresa que desea a todas feliz día .
“Un 8 de marzo de1857, un grupo de obreras textiles tomó la decisión de salir a las calles de Nueva York a protestar por las míseras condiciones en las que trabajaban.
Distintos movimientos se sucedieron a partir de esa fecha. El 5 de marzo de 1908, NuevaYork fue escenario de una nueva huelga, mujeres que reclamaban la igualdad salarial, la disminución de la jornada laboral a 10 horas y un tiempo para amamantar a sus hijos. Durante esa huelga, perecieron más de un centenar de mujeres quemadas en una fábrica de Sirtwoot Cotton, dicho incendio se atribuyó al dueño de la fábrica como respuesta a la huelga.
En 1910, durante la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Trabajadoras celebrada en Copenhague (Dinamarca) más de 100 mujeres aprobaron declarar el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Actualmente, se celebra como el Día Internacional de la Mujer ”.
Pienso en esas mujeres que murieron y muchas otras. En las que lucharon y en las que aún siguen luchando, día a día, contra todo. Vienen a mi mente los pañuelos blancos, las mujeres que conocí que pelearon enfermedades, las trabajadoras, las profesionales, las amigas y hermanas, las embarazadas, las madres. Pienso en mi mamá. En todas las que reivindican el género a diario.
Suena el teléfono y atiende una de mis compañeras, sonríe y dice “estoy esperando que me llegue algún regalo. Todavía no recibí nada (ríe a carcajadas). Cómo son los hombres, no se ponen las pilas ni en nuestro día”. Y eso somos, la complejidad echa persona. Triviales pero profundas, independientes pero con ansia de reconocimiento masculino, débiles y fuertes, feministas y anti-feministas. Defendemos el género pero nos odiamos y envidiamos entre nosotras. También nos amamos. Somos complicadas, lo sabemos y nos encanta. La enumeración de contradicciones es infinita pero no tiene sentido seguirla porque no hay conclusiones posibles. Somos mucho, muchas. Pero sobre todo, somos esas que mueren y dejan huellas en cada una y en todas. Las infinitas y eternas.