Sumaqk es el primer libro de María Luján Tilli. La autora ha publicado en la antología poética Vuelo íntimo (2007) y en el compilado de narrativa 2001, Relatos en crisis (2011) pero éste es su primer poemario. Con una exquisita forma de evocar imágenes retóricas desde el uso onírico de las palabras, Sumaqk es un libro de poesía que hace apología a pausar el tiempo.
Hablar de poesía es hablar de pausas. No se puede leer un poemario con la misma disposición que se mira una vidriera, se contesta un mensaje de texto o se lee el diario. Se necesita abstraerse del mundo real para introducirse de a poco, despacio, en la nube que evoca leer poesía. Sumaqk, el primer libro de María Luján Tilli, es el ejemplo perfecto. Hay que bajar un cambio, pestañar varias veces, respirar profundo y dejarse llevar por ese conjunto de palabras que de tanto en tanto logra una profundidad exquisita.
Antes del pensamiento, lo perdido. Después cae el peso de existir. El poema que abre el libro comienza por ese juego lúdico de palabras sueltas que dibujan imágenes en el lector. Una fórmula que se repite a lo largo de todo el poemario. La existencia como una forma de permanecer en el tiempo que es inmóvil se complementa entre el ejercicio del pensar y la consiguiente corporeidad. Dos tópicos bien marcados que de alguna forma la autora intenta unirlos y confundirlos.
Sumaqk es un poemario breve que potencia la especificidad del género con el uso onírico de las palabras: un juego relacional que busca formar imágenes sucesivas y conexas apostando a la sensibilidad. La descripción es sutil dándole forma a un paisaje que se pinta con cada palabra empleada:Tenedor, tenedor, yemas. Fuente, manteca y otra cortina de harina fina, plana, transparente. Lágrima. Una sutileza que, con gran precisión reflexiona, suplica, pregunta y escupe.
Existen algunas particularidades dentro del libro: invenciones sonoras en Froid, idioma italiano en Enigma, varios poemas en prosa, algunas palabras en inglés sobre todo en los títulos, la resonancia del concepto de flaneur–vagabundo que recorre la ciudad disfrutándola, reconociéndola, resignificándola- como resistencia a la rutina. El mundo que recorre la autora es cotidiano, no hay ciencia ficción, no hay construcciones delirantes: herramientas y sensaciones consuetudinarias que se tornan relevantes desde la sutil mirada poética, desde la pausa, desde una descripción que las nombra, las retiene y las cuestiona.
Suele decir que escribir poesía es una declaración de principio, dice en la biografía de la autora. Y vaya que lo hace porque logra conectar la cuestión existencial -la torpeza de estar sin saber por qué- con rasgos de la feminidad que caracterizan su poesía. La conjugación entre la reflexión y la corporeidad es uno de los grandes manifiestos que se enmarcan dentro de este poemario.
Para leer poesía es necesario hacer una pausa y Sumaqk, en este sentido, da constancia de ello. La construcción de algunas metáforas tiene un grado tal de exquisitez que es una pena intentar leerlo con los ojos de la rutina. Es necesario pausar el tiempo, establecer un hueco en la monotonía del día, para darse el lujo de leer cosas como ésta:
no escucha los pasos de los pies que la patean.