El director y dramaturgo, Daniel Veronese, conversó con Alrededores sobre la nueva dramaturgia y los autores que redefinen poéticas. Además, analiza la situación actual del teatro en sus diferentes circuitos y cuáles son las lógicas y necesidades que imperan en estos.
Por Natalia Gauna || @NatiCGauna || 13-08-2013
Daniel Veronese nació en 1955 en Buenos Aires. Es actor, director y dramaturgo. En 1985 incursionó en el mimo para finalmente en 1989 conformar junto a otros titiriteros del Teatro Municipal San Martin El periférico de objetos, grupo emblemático de los noventa que redefinió el teatro de objetos hasta entonces destinado casi por completo al público infantil.
A lo largo de su carrera Veronese adaptó muchos de los clásicos del teatro como “forma de acercarlos al público”. De esta manera, Tío Vania se convirtió en Un hombre que se ahoga, Tres Hermanas en Espía a una mujer que se mata y La Gaviota en Los hijos se han dormido, todas de Anton Chejov. Sin embargo, el dramaturgo ruso no fue el único de su interés, Veronese llevó a escena sus propias versiones de Casa de Muñecasde Henrik Ibsen y Un tranvía llamado deseo de Tennessee Williams. Pero su obra no culmina en la adpatación ya que este autor argentino ha escrito piezas magistrales como Variaciones sobre B, Circonegro y Mujeres soñaron caballos, entre otras.
Veronese es uno de esos artistas porteños que transitaron la escena en todas sus formas y variables. Del teatro municipal que lo vio crecer pasando por el circuito off hasta convertirse en uno de los directores elegidos por los espectáculos de la calle Corrientes y así circulando de uno a otro espacio sin encasillarse en ninguno. Transitar que indudablemente lo coloca entre los autores más destacados de los últimos años.
Habiendo transitado tanto el teatro off como el comercial ¿Qué lógicas o paradigmas imperan en cada circuito?
En el teatro independiente soy el que decide y elige todo, donde hacer la obra, con quien, como se va a mostrar. En el circuito comercial soy contratado para dirigir. Me pasan muchas obras, leo y descarto muchas, casi todas.
Cada vez se me hace más difícil elegir. Quiero meterme con materiales de los cuales pueda conocer algo que no conocía. Por otro lado –y, a veces, contradictoriamente- el teatro comercial necesita no hacer entrar a su público en fuertes contradicciones y/o rupturas de pensamiento demasiado filosas, situaciones más encontradas en el teatro independiente. Hay un término medio en el que casi todas las producciones comerciales se manejan, las obras deben cumplir ciertos requisitos temáticos, elenco, cuidados de producción pero, repito, estar siempre bien montadas, sino no funciona el teatro.
¿En qué se diferencian los públicos de estos circuitos?
Uno espera algo más radical y el otro quiere ver sobre todo un buen espectáculo. Esto dicho a sabiendas de que intento ser radical y hacer un buen espectáculo en las dos márgenes.
¿Cuál crees que es el principal problema que atraviesa actualmente al teatro off?
Siempre fue un problema la búsqueda y el encuentro de las formas puras. Es difícil encontrarlas, y si se las encuentra es difícil abandonarlas. Siempre fue así y siempre será.
¿Qué poéticas o dramaturgos jóvenes te interesan?
Hace poco fui a ver Los talentos de Agustín Mendilaharzu y Walter Jakob. Me parecieron muy originales dentro de algo que parecía que ya habíamos visto y se empezaba a agotar. Una vuelta de tuerca a una dramaturgia a veces demasiado transitada. De los viejos “nuevos” siempre me interesa Sergio Boris, Federico León, Romina Paula, [Mariano] Pensotti… tengo que salir a ver más me parece.
¿Cuál es esa dramaturgia “demasiado transitada”? ¿Crees que existen otros temas para una nueva dramaturgia?
Creo que hay procedimientos que se repiten o formatos para concebir obras que se ven similares. Cuando hablo de encontrar formas puras, hablo de encuentros con la originalidad. Y soy consciente de que es muy difícil abandonarlas una vez descubiertas, lo reconozco; incluso porque el público es cautivado muchas veces por esas poéticas que se repiten. Las formas puras aparecen muy de vez en cuando e invaden los teatros para quedarse.
¿De qué necesidad o deseo surge la re-lectura y adaptación de obras clásicas como "Tres Hermanas, Tío Vania" entre otras?
Necesito acercar las obras al público que hoy va al teatro y que tiene expectativas contemporáneas, aunque vaya a ver un clásico.
¿Cómo te llevas con la crítica especializada?
En esos terrenos que rodean el teatro, esas zonas de los críticos, de los directores, de los actores, de los productores, siempre me llevo mejor si hay inteligencia. Obviamente hay de todo en todos lados. En general, trato de hacer mi trabajo, mostrar lo que creo que debo mostrar, no creer demasiado si me alaban ni deprimirme tanto si me critican.