La muerte del conscripto en 1994 puso fin a una modalidad instalada en la presidencia de Roca. Actualmente, algunos sectores de la sociedad civil debaten si es necesario que vuelva a regir, sobre todo para aquellos jóvenes que no estudian ni trabajan.
Por Sebastián Rodríguez || sebastian_rodriguez999@hotmail.com || 19-04-2013
Omar Carrasco fue un joven de 19 años que estaba cumpliendo el Servicio militar obligatorio. El 6 de Abril de 1994, fue hallado muerto en el fondo del cuartel donde cumplía el servició, en la localidad neuquina de Zapala.
Después de salir sorteado para realizar la conscripción, el 3 de Marzo se incorporó al Grupo de Artillería 161 del Ejército Argentino. Pero tres días después fue reportado como desaparecido y desertor. A los familiares del joven se les comunicó lo sucedido cuando viajaron para visitar a su hijo en un día franco. Pero siempre desconfiaron de la versión oficial ya que, según decían, “Omar era un chico sumiso, tímido e incapaz de fugarse o desobedecer”.
Como consecuencia de este episodio, el Gobierno del presidente Menem suspendió, por medio de un decreto, la Ley Nº 3948 que establecía el Servicio militar obligatorio y se implementó un sistema de voluntariado rentado.
La tragedia contribuyó a seguir debilitando la alicaída imagen del ejército. Los crímenes cometidos por medio del terrorismo de Estado durante la última dictadura cívico-militar, tuvieron su condena popular. La penal, por otra parte, sufría diversos vaivenes provocados por leyes de impunidad, impuestas por presidentes que cedieron ante la presión.
Corre, limpia y barre durante 93 años
El Servicio Militar Obligatorio tuvo su origen en 1901, promovido por el entonces ministro de Guerra, Pablo Riccheri, durante la segunda presidencia de Julio Argentino Roca. En los comienzos, se reclutaban jóvenes de entre 20 y 21 años por medio de un sorteo. La duración era de 18 a 24 meses. En las últimas décadas, la edad se redujo a 18 y la conscripción duraba hasta 14 meses.
Popularmente, se lo reconocía por la expresión “colimba”, en alusión a las primeras silabas de las palabras “corre”, “limpia” y “barre” y que denotaban el carácter estricto de la actividad militar.
En 1982, Argentina invadió las Islas Malvinas y en la guerra desatada contra los ingleses, el ejército nacional estuvo compuesto fundamentalmente por jóvenes conscriptos. Muchos de ellos murieron en combate, otros regresaron con secuelas físicas y psicológicas.
“¡Que vuelva la colimba!”
Algunos sectores conservadores y nostálgicos de la mano dura han insistido con la necesidad de que vuelva a regir el Servicio Militar Obligatorio. Diversos hechos delictivos provocados por menores y mayores de edad, con escolaridad incompleta en varios casos, han motivado que el tema vuelva a discutirse para encontrar una solución al flagelo. Una instrucción estricta, basada en lineamientos firmes y severos que son propias del accionar militar, ayudarían –según sus promotores- a abandonar actitudes rebeldes, disciplinar a la persona y en algunos casos, a que aprendan a leer y escribir.
En las redes sociales, como Facebook, se crearon varias páginas y grupos a favor de la vuelta a la conscripción. “A favor de que vuelva el servicio militar argentino”, cuenta con más de 15.000 seguidores y es la más popular de la red.
En 2010, el diputado salteño Alfredo Olmedo presentó su proyecto bajo el nombre “servicio militar social obligatorio”. Sin embargo, todo ha quedado en la nada y no parece haber voluntad política para debatir esta clase de asuntos. Es decir, el regreso de la colimba –o cualquier cosa que se le parezca- está lejos de concretarse.