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Qué tendrá ese petiso. Un porqué al fenómeno Game of Thrones

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Las series están en auge, pero Game of thrones se lleva todas las miradas. No sólo es la ficción más vista de los últimos tiempos sino también la más debatida, desde lo literario hasta lo político. De qué trata esta fantasía medieval, quién es su creador y por qué no le gusta que lo comparen con Tolkien, son elementos claves para entender el fenómeno.

Por Eña Ferreras || @enaferreras || 02-06-2014


El “qué serie estás mirando” es el nuevo “qué estás leyendo”. “¿Ninguna? ¿En serio? ¿Ni Mad Men? ¿Ni Breaking Bad? ¿Ni House of Cards? ¿Ni Game of Thrones?” Ah, no. Game of Thrones sí. Todos miramos Game of Thrones, por supuesto. Desde todos tus amigos, toda tu oficina, toda tu familia, todos tus contactos de Facebook, hasta la Presidenta de la Nación. Algo tiene. Esa historia. Esa mina, la “Madre de Dragones”, que Cristina dice que adora. Ese petiso, enano, que tanto idolatra todo el mundo.

Algo tiene y no es, como pudiera pensarse, la fantasía, o la guerra. Cosas que siempre generan furor en audiencias, pero que en Game of Thrones, contrario a lo que uno imagina, no son lo más importante. De los dragones se habla más de lo que se los muestra. Lo mismo pasa con los “Whitewalkers”, zombies de hielo que nunca terminan de ser protagonistas de nada. Ni ellos, ni la bruja que parió un demonio, ni el nene que cierra los ojos y se teletransporta. Tampoco los desnudos, o las batallas. Todo eso aparece sólo un par de minutos, si es que aparece, dentro de una larga hora, en cada capítulo, plagada de: diálogo.

¿En serio? ¿De verdad todo el mundo se desespera, semana a semana, por que llegue el momento de ver una hora de sucesión de diálogos?

Debe ser mucho, entonces, lo que esos más de 20 personajes principales tienen para decir, para que cada lunes se arme más debate en las redes sociales sobre lo que dijo o hizo tal personaje de Game of Trones, que por lo que dijo o hizo Lanata en su programa. Debe ser importante lo que tiene para contar una serie sobre la que se arman conferencias, debates, artículos en diarios nacionales, hasta seminarios en la UBA.

“La justicia según Game of thrones”, “La política según Game of thrones”, “Las clases según Game of thrones”, “Los ideales según Game of thrones”.

La trama de la serie es: familias nobles, durante la edad media, pelean por el trono desde donde un rey absoluto gobierne todo Poniente, un continente ficticio dividido en siete reinos. Lo que muestra cada capítulo es a distintos miembros de esas familias, separados por miles de kilómetros entre sí, avanzando individualmente, cada uno con su historia particular, hacia la lucha por ese trono.

Ahora, ¿quién es éste George R. R. Martin, autor de la saga sobre la que se basa la serie, que estamos tomando como autoridad para debatir temas tan profundos? Estadounidense, confesado demócrata, señor de la guerra, periodista, profesor, divorciado, amante del vino, ermitaño, barbudo y rehusado completamente a que lo comparen con Tolkien, George Martin reconoce que sí, toda su fantasía medieval está pensada de forma tal en que toda la magia no opaque a lo más importante: sus personajes. Lo importante, lo atractivo, son los personajes.

Los personajes de Tolkien estaban teñidos por la intención que regía a El señor de los anillos: la lucha del bien por sobre el mal. Los personajes de Martin no creen en el bien, ni creen en el mal, ni creen en nada. Ni en sí mismos. La intención detrás de Game of Thrones no es el triunfo de nadie, porque en Game of Thrones no tenemos buenos y malos. Tenemos, eso sí, favoritos, pero somos conscientes de que acá no pasa como en cualquier historia. Acá nada nos asegura que los favoritos vayan a ganar. O, peor, que los favoritos no nos terminen defraudando.

No se trata de personajes aspiracionales, se trata de personajes miserablemente humanos. Aragorn, Frodo, Gandalf, estaban demasiado arriba. Jon Snow, Ned Stark, Petyr Baelish, son pobres tipos. Son más como nosotros. Y Tyrion Lannister, nuestro querido enano, es el mejor ejemplo. Paradójicamente, es el hombre más entero que podemos encontrar en toda la serie. Porque es un tipo con convicción, que habla bien, que encuentra siempre la cosa exacta que tiene que decir. Y también, por supuesto, lo queremos porque sufre. Porque acá no es como en Tolkien, donde los enanos son una raza aparte, fuerte y respetada. George Martin metió en su historia un enano que se ve como el cruel mundo de hoy podría ver a un enano. A Tyrion, su propia familia lo trata como “anomalía”. Él mismo reconoce, en la primera temporada, que tuvo que leer mucho en su vida hasta convertirse en intelectual, porque era eso, o ser un bufón.

No hay razas antropomorfas en Game of Thrones: esto es una historia de hombres, señores. Y como en toda historia de hombres, realista, lo que nos atrapa es el drama, el terror de saber que nada es nuestro, que no se puede anticipar lo que va a pasar. Porque con los hombres nunca se sabe. Eso es lo que George Martin nos quiere decir todo el tiempo: a fin de cuentas, no importa quien termina quedándose con el Trono de Hierro. Desde la primera temporada, la serie nos educa en que nadie, ni siquiera el rey, estará nunca a salvo. Siempre alguien va a estar ahí, listo para traicionarlo.

Lo máximo a lo que podemos aspirar como espectadores, que en el fondo quieren que todo esté bien, es a ver que alguien, en algún momento, consiga algo de paz. Que alguien, por favor, pueda salir de ese círculo de codicia, odio y desconfianza en el que todos viven. Que alguien encuentre algo en qué creer, algo a lo que serle fiel. Que alguien deje de ser miserable.

En ese sentido, George Martin es más un Victor Hugo que un Tolkien. Ni justicia, ni política, ni clases, ni ideales. Game of Thrones data de un tiempo donde todo eso no existía. Es la épica sobre la humanidad sin saber bien todavía qué hacer con su humanidad.



Celebración de la subjetividad del arte

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¿Se puede hacer "arte" de cualquier cosa?  ¿Por qué, si el arte es propiedad inherente de la misma humanidad, no todos los hombres son artistas, y no todo lo que reluce es arte? Si el "buen gusto cultural" está institucionalizado, ¿qué es lo que hace que se pueda hacer arte de cualquier cosa sin excepción?

Por Martina Kaniuka || @martinakaniuka || 01-06-2014


"Un pintor es un hombre que pinta lo que vende.
Un artista en cambio es un hombre que vende lo que pinta"
Pablo Picasso

La pregunta por los límites del arte

¿Se puede hacer "arte" de cualquier cosa? Desde la definición wikipediana e improvisable pareciera que sí. El "arte" es definido, desde su etimología, de la siguiente manera: "El arte (del lat.ars, artis, y este calco del gr.τέχνη)es entendido generalmente como cualquier actividad o producto realizado por el ser humano con una finalidad estética o comunicativa, mediante la cual se expresan ideas, emociones o, en general, una visión del mundo, mediante diversos recursos, como los plásticos, lingüísticos, sonoros o mixtos". Por tanto y ateniéndonos a la definición, cualquier mortal con el firme propósito de transmitir o comunicar una idea recurriendo a los sentidos podría decirse artista. Pero entonces, ¿qué es lo que hace que en las hileras del mundo, en cada esquina de barrio, a la espera del colectivo, en la cola del supermercado lo que no anden sobrando sean los Gauguin, los Joyce, los Debussy? ¿Por qué, si el arte es propiedad inherente de la misma humanidad, no todos los hombres son artistas, y no todo lo que reluce es arte?

Los patrones estético artísticos, se sabe, son establecidos de acuerdo a los intereses de clase dominantes. Desde que el mundo es mundo, la manera en que lo vemos, o al menos la forma en que creemos verlo, está determinada. Influenciados por las concepciones del poder dominante, naturalizamos la mirada de un todo bello al que no cuestionamos. Gravitamos en los márgenes de la sociedad aceptando los cánones estéticos que como divinos, nos son legados en la resignación por aceptar lo que se evidencia incuestionable.

Pierre Bourdieu, filósofo francés, ha dedicado su obra a demostrarnos cómo aquello que la sociedad incorpora como “el gusto legítimo” y los consumos que hace para ajustársele, son instituidos. Pensaba en los "habitus" como sistema de disposiciones subjetivas: sistemáticamente, los habitus culturales de los grupos o clases originan representaciones y prácticas, (por ejemplo gustos y consumos culturales) que se distinguen muchas veces rechazándose entre sí. Así los gustos de una clase social identifican, nuclean y relacionan a los individuos que la componen, distinguiéndolos y repeliendo incluso a los individuos de otra clase social. Entonces, podríamos suponer que el hecho de que a un porteño le guste el tango no responde únicamente a una preferencia natural hacia dicho género musical, sino también (porque existen aquellos que lo disfrutamos, y, permítanme incluirme) a una exposición y adecuación del gusto personal al mismo. De la misma forma, si encuestáramos a un grupo de porteños sabríamos que Borges encabeza su lista de autores favoritos indistintamente de si la tirria no les haya permitido terminar ni uno de sus cuentos, si sus obras fundamentales lucen en el primer anaquel de la biblioteca o si son eximios conocedores del autor.

Si el "buen gusto cultural" está institucionalizado, ¿qué es lo que hace que se pueda hacer arte de cualquier cosa sin excepción?  La lluvia, una flor, un gato, la muerte, una manifestación, la sexualidad, el colon irritable, los mingitorios, los baños del avión, el arcoíris, el fútbol, una ventana, el vómito o la religión.

Hay arte marginal. Lo hay underground, subteground, indie, callejero y en las galerías fifí donde los snobs de turno ven manchas en la pared que analizan con un martini seco durante las dos horas que pueden simular no aburrirse ¿Cuál es el secreto de la consagración en el arte? ¿Cómo alcanzar el éxito e integrar la sala de la fama de los " artistas socialmente reconocidos"? ¿Hay un lugar en el arte para todos?

"Distopía de un amor adolescente"

Corría el año 2001. Yo no acababa de terminar la secundaria y con el clasificado bajo el brazo me sometía a una maratón de entrevistas laborales que asumía con la disciplina de un soldado. El contexto de la desocupación acuciante no me dejaba demasiadas alternativas y tenía entonces que destinar la guitarra y con ellas las chansons francesas de Piaff y Brel que me acompañaban tout le jour sin descanso, a las horas de ocio o al menos a lo que me quedaran de ellas.

No resistía el desencanto de encontrarme en las filas enemigas. Me costaba esa situación de la competencia en las entrevistas. Ese análisis intrincado que puede hacerse de la otredad cuando hay un conflicto de intereses: que cómo viste, cómo pronuncia las "eses", si sostiene o no la mirada, quería dejárselo a quienes reciben un bono a fin de mes por ello. Pero me angustiaba.

A fin de cuentas, todo me era angustioso por esa época: mi padre sin trabajo, las noticias nada alentadoras; un país en "crisis": (las palabras "adolescente" y "crisis" debieran guardar sinonimia directa. El “enter” en el buscador, o el dedo humedecido en el diccionario -old fashion friend- deberían hacerlos coincidir). El popurrí de varios amaneceres agitados, con los cinco presidentes en una semana, las barricadas modernas, la violencia, los pañuelos blancos en la calle otra vez, los muertos, los indignados, los puentes cerrados de este lado del Riachuelo, los patacones, los corralitos, el hambre, y las noticias de una navidad más triste que la de Luis en la canción esa que siempre me hizo llorar en la voz de Gieco. Y el amor. El amor que como en el libro de Gabo, que había abandonado varias veces, por no creerme definitivamente que a veces hay ficciones que se parecen demasiado a la realidad, transitaba tiempos de cólera. Ya no sabía qué era lo que más me dolía.


Una tarde de esas tantas en el intento de desintegrarme en vida para restaurarme después, asesté algunos colores a un trozo de madera que había en casa. Como si profiriese los "alaridos bárbaros" de un Whitman en los tejados de un mundo que de momento se me antojaba horrible. El resultado, más allá de una catártica sesión de pinceladas nocturnas no fue el esperado. ¿Cómo la llamaste?, preguntó mamá. Se me antojaban muchos nombres. No se llama, contesté por ese entonces. Seguí pintando. Al menos lo hago porque me gusta. Lo hago de noche escondida de todos. Hablando sola muchas veces o con la radio. Así pasan las madrugadas, para los que no traducían mi insomnio.

Un amigo encontró el cuadro sin nombre. Quiso saber el origen. Le conté de mis rabietas y al principio no me creyó. Ponele nombre, dijo, con la seguridad de cuando uno dice cosas de gente adulta. Los hijos necesitan uno.

Se me antojó "Distopía de un amor adolescente". Me gusta mucho la palabra "Distopía", la utilizo bastante. No con la intención presuntuosa de orlar las conversaciones. No mantengo conversaciones cotidianas y la utilizo. No subo en ascensor figurándome distópica, pero la idea de la concepción de una realidad ficticia que no es en sí deseable, me atrae. Tal vez en esencia soy más distopista que utopista: me figuro lo peor como si pudiese catapultarme a lo que entre lo mejor es al menos alcanzable.


De cómo la distopía se "utopiza"

Algunas de las obras que pinté penden de las paredes de mi habitación. Otras escapan algo más al anonimato y osadamente se deslizaron por los pasillos, al costado de una imitación en serie de huevos Fabergé, acariciando levemente una hilera de LP que descansan en el living con las tapas, donde los dientes de Brel asoman entre las tapas argentinas de "Argentinísima". Nunca imaginé que pudieran trascender. Mis trazos no querían ser adivinados.

Un amigo, que por ese entonces estaba enamorado (lo menciono porque es la única opción que encuentro para tamaño gesto) fotografió el cuadro y se quedó las fotos para "recordarme siempre" como la artista que soy. Ya no es mi amigo y no sé si ahora me recuerda. Si recuerdo que en ese momento hizo algo que me pareció increíblemente estúpido al principio, amable de a momentos y estúpido nuevamente para ser inolvidable después. Publicó las fotos que había tomado en varias de esas páginas web de compra/venta y puso a subastar la obra.  Me pareció un gesto incomprensible de amistad. Lo más incomprensible, de todas formas, fue que al cabo de dos semanas recibí algunas consultas por el cuadro. Usuarios de la página consultaban por el tamaño de la pieza y solicitaban mi opinión sobre el lugar adecuado para colocarlo en una casa de campo en las afueras de la ciudad. Sencillamente, lo encontraba inverosímil. Me parecía una de esas sitcoms berretas estilo reality show: un desfile de artistas anónimos bizarros compitiendo en una carrera en la que resultaba vencedora.

Comencé entonces, incrédula, a publicar fotos de mis cuadros en las redes sociales. No en el afán de laurearme, por el contrario, quería desmitificarme. Al principio una catarata de likes, favs y retweets familiares me invitaban a la calma. Más allá del criterio artístico que tuvieran, el cariño sustenta un apoyo moral incondicional sobre el que descansaron mis inquietudes hasta que se comenzaron a sumar a las palmas de amistad otras no tan amistosas. Los mensajes de apreciación de las obras in crescendo exacerbaban mis expectativas hasta ese momento nulas. Me dirigí entonces a un par de galerías, no muy conocidas en San Telmo, donde me explicaron que si bien no tenía demasiada técnica, desde la concepción y con una curaduría decente, la serie de "Distopía de un amor Adolescente" (el nombre ya comenzaba a gustarme) podría venderse fácilmente.

Imaginaba entonces mi cuadro pendiendo de los muros de la galería, aguardando por vestir otros muros desnudos de vida en el hogar de lo que ahora pensaba como la historia de cualquier existencia que me era ajena.


De utopías y de caos: Efecto mariposa

Si Hirst pudo dar la vuelta al mundo con una cabeza de vaca comida por moscas, Duchamp pudo revolucionarnos con los mingitorios, Manzoni entregó al mundo enlatada la "Merda d´artista", yo podría, entonces, legarme en un trozo de madera. Tan solo y simplemente porque el arte es parte de la humanidad que nos constituye. Es el grito que atávico se nos escapa diariamente y en todo lo que hacemos. Es la confesión de nuestros secretos mejor guardados. La reinvención constante y revolucionada. Es, en palabras de Theodor Adorno, "la magia liberada de la mentira del ser".

La teoría del caos, de carácter determinista, establece que el Universo es inestable, tiende hacia la ruptura, todo es incierto, "todo lo sólido se desvanece en el aire". El caos deviene determinista en el sentido en que una pequeña causa inicial, mediante un proceso amplificador, podrá generar un efecto considerablemente grande, dadas las circunstancias originales que suscitaron esa causa. Así: una causa pequeña producirá un gran efecto (el aleteo de una mariposa en China que produce a millones de kilómetros de distancia un huracán) y una causa grande produce un pequeñísimo efecto.

X años después, encontré en el jardín de mi casa, unas maderas sutilmente manchadas por unas latas de pintura que mi padre le había apoyado encima. Los colores negro, rojo y bordó me sugirieron en conjunto muchas cosas. Como aficionada a la pareidolia y como esa niña que soy que aún adivina en el techo con las manchas de humedad, con las nubes los días claros y con las sombras por la noche interpreté lo que tuve ganas.

Había tenido hacía poco la oportunidad de concurrir a una exhibición donde el artista exponía su obra pendiendo de un gancho en la pared. Lo que pendía no era un objeto de su elaboración. Era, más bien, una de esas piezas que cualquier mortal podría haber escogido entre los escaparates de una avenida "X", un día cualquiera. Una excelente curaduría hacía que las piezas del rompecabezas, desde la biografía del autor, su personalidad, el contexto socioeconómico en el que vivía, encajaran magistralmente: Voilàla genialidad del artista, la ilusión estaba completa.

Insoportable es la levedad del ser

Yo podré ser ilusionista, pero no ilusa. Con un poco de la magia que habían usado para esa exposición, estaba dispuesta a demostrarme que es posible transformar los objetos cotidianos en símbolos que satisfagan a los sentidos en la pretensión de ir aún más allá. En este caso pensando en la curaduría que había atestiguado en la oprobiosa muestra, lo intenté desde el costado biográfico, con los datos de color del amigo enamorado, la desocupación como recurso poético: la crisis y la chica triste con el diario bajo el brazo, que se fundirían fácilmente en los colores lúgubres y los trazos aguerridos de la pieza.

Sentí culpa al principio. Pero era ya una necesidad. Un morbo inocultable. Se había convertido en uno de esos pasatiempos culposos como el de comerse las uñas, o de sacarle toda la miga al pan. La dimensión de la historia hizo que el trozo de madera cobrara vida. Tenía a mi Pinocchio sin necesitar a Pepe Grillo. 

"La distopía de un amor adolescente" no es, ni fue tal. Diría sin mucha rigurosidad que es el capricho irrefrenable que me nació por burlar las fronteras que se suponen establecidas en el ámbito del arte entendido como tal. El arte en tanto subjetivo tiene para cada uno un significado distinto. Nos interpela desde afuera, nos llama a cuestionarnos y si lo que admiramos  no consigue movilizarnos desde las entrañas, por más institucionalizado que esté no debería ocupar un lugar ni en nuestras retinas ni en la memoria.

El arte, lector amigo, pareciera ser el único rastro que los humanos podemos dejar en la Tierra. Por ello aunque las obras no se han vendido aún no quería perder la oportunidad de seguir viviendo a través de ellas, o al menos a través de esta historia que hice que la constituya. Tal vez porque todavía no subí en París los 1665 escalones que me llevan al edén. Tal vez por las melodías que me quedan por escuchar, y tal vez, por qué no, por el placer de ser.

Nota: La autora invita a visitar la obra, que ha puesto a subastar, con la crónica incluida que puede visitarse aquí: Distopía de un amoradolescente.

No te mates en mi verde cultivo

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El fin de semana perfecto para un grower aficionado se transforma en tormenta mental cuando un suicida aterriza sobre sus plantas. ¿Eso es todo? Sí, en principio. Julián Urman arma una brillante nouvelle sobre el riesgo de quedarse sin razones para ir más allá de la anécdota bizarra.

Por Sebastián Rodríguez Mora || @rodriguezmoor|| 03-06-2014

"No te mates en mi verde cultivo"
de Julián Urman
Editorial Tamarisco 
97 páginas


La literatura se ha dedicado a narrar lo extraño desde su inauguración. Lo improbable, lo inexistente, lo incompatible con el devenir de las generaciones de vidas apenas diferenciables entre sí. Desde su inauguración –cuándo, dónde y cómo queda a criterio personal- contar lo extraño es la propulsión a chorro del relato, y contar una muerte es un disparador clásico. Hay un personaje muerto, un escenario arbitrario y el orden combinatorio de los hechos quizás sea el verdadero valor literario de la narración. Todo alumno de escuela media entre los 90 y 00 toleró a García Márquez en Crónica de una muerte anunciada; Borges por su parte compone un muerto que no sabe leer la anticipación de su destino en los rostros de los bandoleros uruguayos de principios del siglo pasado. Narrar la muerte para glorificar la vida es quizás la última pintura rupestre que la humanidad se permite por fuera de las fórmulas religiosas.

Hasta acá todo bien. ¿Pero qué tal si 150 kilos de humanidad se suicidan encima de tu plantación hogareña de porro? Julián Urman, según parece a partir de un episodio real, se hunde en el lado B de la muerte, con los que quedamos seis pies de tierra más arriba. No te mates en mi verde cultivo es todo lo extensa que precisa; una página más y reventaría. Sin entrar en descripciones técnicas que ya a nadie interesan en el micromundo de la crítica cultural, esta nouvelle es un ejercicio del ritmo. Ritmo, beat, groove, el pie neurótico que no puede parar de golpear el suelo; ésa es la cadencia narrativa del protagonista anónimo. Todo está pasando aquí y ahora: presente del indicativo de punta a punta. Sin reponer ningún pasado denso, No te mates va toda hacia adelante en un fin de semana perfecto que deviene una liviana pesadilla o al menos un sueño retorcido.

“Afuera, un grupo de treinta vecinos señala mi casa, como si estuvieran frente a un ovni. Muchos hacen visera con la mano sobre los ojos. A un costado, el verdulero me hace gestos para que baje, aprovechando lo personal de nuestra relación para diferenciarse del conjunto. Bajo y abro. Es la policía. Quieren saber si mi casa tiene patio al fondo. Estoy a punto de negarlo, pero sospecho que la pregunta es retórica, por lo que digo que sí. Quieren pasar. Los dejo. Quince uniformados entran, todos piden permiso. Alcanzo a preguntarle al último por el motivo de la irrupción. Me dice que se tiró una persona del edificio de al lado y que lo están buscando. Tardo en entender que esta persona debe estar muerta”. Abran donde abran, las páginas de No te mates mantienen esta electricidad descriptiva, la meticulosidad TOC para narrar, al punto que el humor es inevitable, auténtico. Hubo un tiempo en que los humoristas usaban esas extrañas estructuras verbales llamadas chistes; hoy el humor es la combinación de los elementos con los que habitualmente usamos el aparato fonador simplemente para hablar. En ciertos casos lamentables eso mismo deviene en stand-up; otras veces, por suerte, libros como este.

Urman, guionista y músico de cine y televisión (No te mates es su segunda novela; Ravonnetambién fue editada por Tamarisco), da cuenta de la inundación mental de su joven protagonista judío de Villa Crespo. Hay lugar para la reflexión ante la burocracia de la muerte: el retiro del cuerpo obeso, Criminalística analizando el salto al vacío, la hidrolavadora limpiando metódicamente el enchastre. Pero todo eso se cruza con la paranoia de tener la casa llena de porro y a la vez de simpáticos agentes de la ley; esto apenas es uno más de los ingredientes propuestos. Entonces narrar lo extraño no tiene que ser Agosto de Tracy Letts, porque no siempre la muerte nos llega como drama irresoluble. A veces nos cae del cielo sin más, con la forma del fin de semana más bizarro de nuestras vidas.

Difusión A/terna Ediciones: literatura emergente

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La editorial lanza flamantes aportes a su “Antología Expansiva de Nueva literatura Independiente” y los presenta este miércoles 4 de junio en el CC.Matienzo. Además se inaugurará el ciclo “Poesía en la hierba” y tocarán en formato acústico Tom (Bestia Bebé) Guillermo Berezñak e Ignacio Castillo.

Por Pablo Díaz Marenghi || @pablodiaz91 || 03-06-2014


DifusionA/terna ediciones es un proyecto editorial nacido de escrituras.indie, blog pensado para difundir escritores contemporáneos que buscan medios alternativos para hacer circular su obra. La literatura emergente tiene su espacio en esta plataforma digital que desde hace tiempo dejó de ser un mero sitio web para dar paso también a otros formatos, como el papel o la poesía audiovisual. Su “Antología Expansiva de Nueva literatura Independiente”se acrecienta y este miércoles 4 de junio en el C.C Matienzo (Pringles 1249, Capital Federal) será la fecha de estreno pactada para ocho flamantes libros en una jornada que incluirá música, poesía, lecturas y proyecciones.

Los libros que presentará la editorial, dirigida por Nadia Sol Caramella, son: Biopic, de María Belén Aguirre, Playa de mármol, de Carolina Castro; Todo un sistema de nervios, de Alejandro Dato; Vía Láctea, de Enrique José Decarli; Aquel verano en el pasto, de Guillermo Flores; Todos los hombres usan montgomery, de Paula Manzano; Eso que no se parte / es una respuesta, de Gabriela Pignataro y Jada Fire, de Walter Lezcano (reedición).

También se presentará el ciclo Poesía entre la hierba llevado adelante por Nahuel Ugazio y Karina Fernández; una propuesta audiovisual que reúne a artistas leyendo poesías en un escenario (El Patio del Liceo) que combina el verde de la naturaleza con lo gris del cemento urbano. Además, habrá lugar para lecturas en vivo a cargo de algunos de los autores de Difusión A/terna ediciones.

La música tendrá un rol primordial en la velada ya que tocarán, en formato acústico, Tom, cantante de Bestia Bebé; con toda su esencia festiva de niño eterno; el psicodélico pop electrónico de Guillermo Beresñaky el pop folk oriundo de Haedo, traído por Ignacio Castillo.

El evento reunirá también a una feria de sellos editoriales independientes como Añosluz, Editorial Subpoesía, Nulú Bonsai, Ludwig Ediciones, A pasitos del fin de este mundo,  Santos Locos, 800 golpes y Editorial Campotraviesa.

Con entrada gratuita, el evento combina una serie de propuestas literarias, musicales, poéticas  y editoriales que apuntan a colmar las ansias de los amantes del arte emergente en sus múltiples variaciones.



Las víctimas de la guerra al narco

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El Senado de la Provincia de Santa Fe dio medio sanción a la adhesión a la ley nacional 26.052 y asume la persecución al narcomenudeo. Desde el Pro se agita el proyecto para que estos delitos sean juzgados en tribunales específicos. Es decir: reforzamiento de la lucha contra las instancias menores; más atribuciones a las fuerzas de seguridad cuestionadas por abusos y complicidades. En el medio, los que mueren, en su mayoría, son los pibes pobres.

Por Lucas Paulinovich || @lpaulinovich || 06-06-2014


“En la reunión nos comentaron que las requisas se realizan sin ningún criterio y que muchos vecinos se sienten tratados como delincuentes”. Así sintetizaba María Eugenia Schmuck, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Concejo Municipal de Rosario, el resultado del encuentro que los concejales mantuvieron con diferentes agrupaciones que denunciaron los abusos cometidos por las fuerzas de seguridad desplegadas desde hace casi dos meses. Toda la presencia armada fue a para a los barrios periféricos, todas a la conquista del territorio. Desde organizaciones sociales y de derechos humanos, hasta incluso agrupaciones vinculadas al gobierno nacional, elevaron los reclamos por las atribuciones de gendarmes, prefectos y federales, que intentan bajar los índices de violencia a fuerza de la persecución y el abuso sobre todo el que les suene sospechoso. La lucha en el primer escalón.

Extendida las funciones al patrullaje céntrico, protegiendo el correcto desarrollo de las actividades bursátiles y bancarias, la dirigencia política en su conjunto celebra la presencia de Gendarmería y propone su permanencia, acompañada de la afirmación contundente de la reducción de los delitos violentos y la conquista de la paz en la ciudad. Tranquilidad a cambio del patronazgo de las fuerzas de seguridad. El reclamo de las organizaciones sociales y políticas que reciben las denuncias de los vecinos de los barrios, no cobra volumen entre los festejos por la “pacificación de la ciudad”: la algarabía de los funcionarios y el romance cordial entre el gobierno nacional y provincial, se cierra con la cautela de los concejales que votaron la solicitud presentada por el exministro de salud de la provincia y actual edil, Miguel Cappiello: así es como el sector político intenta capitalizar la calma que los gendarmes inspiran con su presencia en los barrios. Los límites materiales de la política de seguridad aprendida de las agencias norteamericanas y de su doctrina internacional. La extranjerización en su faceta de control interno.  

Esas mismas fuerzas de seguridad están señaladas como partícipes del entramado criminal que engendra la violencia, además de haber sido imputadas por presentaciones de legisladores nacionales (hay amplias denuncias e investigaciones por parte del Frente de Izquierda, encabezado por Myriam Bregman, y de la Agencia Rodolfo Walsh, que sufrió la infiltración del agente federal Américo Balbuena durante 10 años) como responsables de un inmenso aparato de inteligencia interna, que tiene objetivos poblacionales claros y definidos: actores a seguir y custodiar, acumular información para luego utilizarla en el litigio judicial contra esos mismos militantes sociales y políticos, dirigentes sindicales y demás objetos de observación (el rol del Proyecto X en la condena de los Petroleros de Las Heras es sintetizador: entre los principales reclamos de los trabajadores estuvo la salida de Gendarmería y de la Side de la ciudad, acusadas de participar en el operativo de torturas desplegado para obtener los testimonios incriminadores).

Paz para hoy, muerte para mañana

El accionar de estas fuerzas (Gendarmería, Prefectura, Policía Federal) se inscribe como la continuidad delos métodos represivos históricos y sea en sus versiones nacionales o provinciales, o en sus distintos rangos de militarización y de importancia, comparten una misma doctrina que organiza sus prácticas y que la democracia jamás repensó. La democracia de los propietarios: esa misma que otorga el papel de custodios inflexibles de la propiedad y dota de la autoridad suficiente a los integrantes de la fuerza como para que se produzcan las sucesivas detenciones arbitrarias, los cacheos, el robo de pertenencias, las humillaciones, los golpes y el escarnio del prejuicio y el odio de clase.
La tranquilidad cuesta caro, el intercambio de derechos deja un saldo en atropellos: a cambio de la promesa de llevar paz a los barrios, las fuerzas oficiales desempeñan las prácticas del más puro terror e instalan, en los hechos, un estado de sitio (para algunos casos relevados por la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos. La población segmentada entre ciudadanos protegidos y otros a proteger. El orden ganado a costa del empoderamiento de las fuerzas de seguridad, que se arrogan la representación de todas las fuerzas legales y ejercen el poder en su forma más arbitraria y brutal.

Abonar el peligro inminente y la concentración de toda la peligrosidad en determinados actores sociales, con determinadas características, pertenecientes a un sector específico, es la operatoria primera para la legitimación de las acciones represivas. Esa es la lógica de la guerra contra el narcotráfico. Ese accionar es denunciado por aquellas organizaciones que no se pliegan al eufórico coro de festejos, que desconoce la existencia de un sistema de persecución sobre la juventud y la pobreza, y es un eco solitario que revela la crudeza de la realidad, que se niega tozudamente a simplificarse en eslóganes de campaña.

Los que caen presos

De acuerdo con un informe presentado por la Defensoría Pública de la Justicia Federal, hay alrededor de 150 adolescentes con causas abiertas por trabajar en bunkers, donde son sometidos a condiciones de altísima precariedad, a la servidumbre y cercados en una permanente lucha por la supervivencia. “No puede ser que la política criminal esté dirigida a estos chicos: se los está revictimizando”, afirma Matilde Bruera, oficial de los Tribunales Federales de Rosario. Entiende que la actividad de estos pibes queda inscripta dentro de la trata de personas: según la ley 26.364, las víctimas de trata no pueden ser culpadas por ningún delito cometido bajo esa condición. La Justicia recae sobre los pies, nunca apunta a la cabeza: “no puede ser que metamos preso al cadete”, sintetiza.

De las causas iniciadas en la Justicia Federal de Rosario, según el informe anual de la Procuraduría de Narcocriminalidad, el 67 % son por infracción a la Ley de Estupefacientes 23.737. Sin embargo, de esos delitos vinculados al narcotráfico, el 35 % son por la tenencia de sustancias prohibidas. El propio Félix Crous, titular del organismo, admitió la falencia en la persecución de los actores más importantes de la cadena del narco. La lógica que regula las acciones de las fuerzas de seguridad funciona como principio organizador del accionar de las fuerzas deseguridad en todo el territorio: intervienen en los barrios periféricos de las ciudades y la justicia actúa persiguiendo los eslabones más frágiles de la cadena, sin tocar casi las capas más altas, donde se acumulan y blanquean las grandes riquezas del negocio: sólo hubo cinco causas abiertas en el año por delitos de contrabando, en los que se manejan cantidades mayores de drogas.

Los que caen muertos

La violencia, expandida en todo el tejido social, condensa sus efectos en determinados espacios: los barrios son el campo de batalla donde se disputan las hegemonías y manejos del negocio. Los pibes son carne de cañón. Hasta el 6 de mayo, cuando la Fiscalía Regional de la 2°Circunscripción difundió sus datos: se habían cometido 109 homicidios en el departamento Rosario, 74 de ellos comprendidos en el nuevo Sistema Procesal Penal, que entró en vigencia en febrero pasado. Se trata de un 25,8% más que el 2013, un año ya destacado por la cantidad de homicidios registrados. Del total de las víctimas, sólo 23 superaban los 35 años; 33 de los muertos tenían menos de 25 años. Entre los barrios más vulnerables se encuentran Ludueña, Tiro Suizo y Tablada: en los barrios se dirime el poder de fuego. Los pibes pobres son las principales víctimas de la “guerra contra el narco”: si no son asediados por las fuerzas de seguridad, detenidos y torturados, los matan las balas que van de un lado a otro.

El Estado se ausenta, deja a los pibes abandonados en un contexto hostil y por fuera de todos los derechos, y más tarde vuelve, convertido ahora en fuerza de seguridad que persigue, hostiga y abusa. “Lo único que se encuentra en los allanamientos de bunkers de drogas en la provincia son niños. Estos niños tienen que ir a la Agencia de Trata porque son víctimas del sistema y necesitan que el Estado los atienda y cuide”, dijo Analía Colombo, defensora de Niños, Niñas y Adolescentes de SantaFe. En ese contexto, a fines de abril liberaron bajo una fianza de 200 mil pesos a Mariano Ruiz, procesado como el encargado del lavado de dinero de Los Monos, y los negocios faraónicos siguen asombrando en las riberas del río Paraná sin que merezca mayores atenciones de la justicia. La respuesta que brindan las instituciones democráticas para los que quedan entrampados en las redes del delito, en cambio, es bien distinta: la que resulta de los palos. 

Gabriela Toscano en la piel de los más grandes

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William Shakespeare es un desafío para cualquier actor. Por lo menos, eso es lo que siempre se ha dicho. Surgen así los mejores Hamlet, Romeo, Julieta, Ricardo III y Macbeth. Otras veces, los peores. Gabriela Toscano se ha atrevido a enfrentarse a algunos de estos personajes sorteando el miedo que produce interpretar a uno de los autores emblemáticos del teatro universal. Los resultados de este desafío están a la vista: un Hamlet premiado y un Macbeth que nace y crece magistralmente en las tablas del Centro Cultural General San Martín. Sin embargo, Toscano dice que el miedo está siempre. ¿Por qué? “Porque Shakeapeare es muy grande...”

Por Natalia Gauna || @NatCatPop || 10-06-2014
Fotos: China Soler || China Soler Fotografía


Macbeth, el sueño de las brujas es la versión del director teatral, Carlos Rivas que no es un improvisado en el teatro shakespereano. Desde 2009 y junto a la compañía de teatro El Furgor viene explorando los modos de llevar a escena a este gran autor del teatro universal. Uno de los más representados en el mundo y, también, de los más místicos. Sobre él recaen toda clase de duda: si existió, si en realidad su nombre era otro o si robó sus obras a otro autor mucho más talentoso que él mismo. Dudas que la historia ha tratado de aclarar. Sin embargo, las leyendas entorno a este dramaturgo nos acompañarán siempre.

Más allá de cualquier controversia, el universo del teatro isabelino, de sus personajes y escenarios debe la vida a este autor que ha escrito innumerables obras y de las más prestigiosas. Traición, poder, amor, fidelidad, ambición, locura y pasión son algunos de los grandes temas que se se mezclan en cada una de las comedias y tragedias de Shakespeare. Esa conjunción de sentidos ha resultado revolucionaria. Una fórmula jamás igualada. Los personajes son inmensos lo cual hace que ningún actor quiera perderse la posibilidad de encarnarlos. Como así tampoco, la mayoría de los directores de teatro quieren dejar de poner su impronta escénica a esa prosa y verso que tanto magnetiza a los artistas.

Rivas tiene, una vez más, la posibilidad de concretar su propio universo shakespereano. Esta vez con Macbeth, escrita -se cree- en 1611. La historia es imposible sintetizar en pocas líneas pero, y a pesar de resultar reducciones, podría decirse que problematiza la ambición desmedida del barón de Glamis, Macbeth, y de su mujer que harán todo aquello necesario para convertirse en reyes de Escocia aunque ello conlleve un asesinato. Rivas toma esta tragedia y escribe su propia versión haciendo hincapié en la universalidad -tantas veces demostrada- de las obras de Shakespeare.  El espacio, tiempo y conflicto de esta pieza son semejables a cualquier sociedad occidental en cualquier época. En este sentido, el director apuesta a un lenguaje desazonado, un vestuario que -salvo por los ornamentos de los reyes- construye seres desclasados entendido en términos sociales y, también, teatrales en tanto resta pomposidad a la puesta escénica. 

Por otra parte, Rivas apuesta a cierta modernización ya que ciertos personajes -como el de las brujas- aparecen por momentos como mujeres que bien podrían ser contemporáneas en su aspecto y comportamiento. Esto resulta una propuesta interesante pero que culmina por resultar inapropiada en tanto no se sostiene con sólidas actuaciones por parte de las actrices que interpretan estos personajes. Otra serie de mecanismos, como el uso de zapatillas, cierra esta búsqueda de modernidad y universalidad. En tanto ese teatro, esos actores y ese texto podría bien enmarcarse en el medioevo inglés como en la Argentina del siglo XXI.

Gabriela Toscano invita a disfrutar de un Macbeth impecable, que se construye a medida que avanza la trama mostrando sus flaquezas, miserias y aquello que lo hace fuerte. Muestra los hilos de ese rey que va naciendo. Esto hace sumamente interesante la labor de esta actriz. “Se ve siempre que él [Macbeth] es sangriento, cruel, como un estereotipo, como un cliché pero no es así. Es un ser que tiene sus dudas…”, dice Toscano respecto de su personaje en conversación con la revista Alrededores y agrega: “Macbeth es un personaje que yo como actriz no me lo quería perder”.


¿Cuál es el desafío actoral de hacer este clásico?

Primero que es Shakespeare.  Y después, es que hay que poder decir todos esos textos de manera que el espectador lo pueda entender con simpleza. Por lo menos, es la intención de la adaptación de Carlos [Rivas]. Es un castellano bastante limpio, no es en verso, eso ya es un desafío. Siempre hacer Shakespeare es un desafío y Macbeth es un personaje que yo como actriz no me lo quería perder. Sean hombres o mujeres, porque hacen al desarrollo de uno como actor.  Lo que salió  es como raro, me gusta. Es un hombre más primitivo, en algunos aspectos femeninos. En cambio, Lady Macbeth en algunos momentos es muy masculina. Incluso, cambian los roles y eso me permite también mucha libertad y comodidad, al mismo tiempo.

Esto que decías de lo femenino y lo masculino es una sorpresa para el público, encontrarse con una actriz interpretando Macbeth ¿Qué implica en el proceso de construir el personaje?

Yo me concentro o, por lo menos Rivas me hace indagar, en el aspecto de lo que es un ser. Él no cree que haya un género, femenino o masculino. No le importa eso. Quizás él vio en mi cosas que él quería contar en esta historia. Es interesante la relación de la pareja de Macbeth y Lady Macbeth. Se ve siempre que él es sangriento, cruel, como un estereotipo, como un cliché pero no es así. Es un ser que tiene sus dudas en matar. Por eso, la mujer insiste.  Los dos tienen una gran ambición, casi infantil: lo quiero ya, quiero el caramelo ya. Y, después, no saben qué hacer. Además, son muy brutos. Eso es otra cosa que Carlos quería mostrar, la brutalidad de esos dos seres que son muy básicos. La obra tiene que ver con cómo dos seres ambiciosos, básicos, manejan el poder y qué podes hacer con ese poder. Además, se creen que son personas que no son. Eso también hace al poder.

Esa infantilidad aparece en los gestos, en la mirada perdida ¿ahí hay algo de lo direccional o es la impronta del actor?

Rivas lo ha direccionado para ese lado. No es que nos haya dicho “quiero que hagan esto” sino que, simplemente, nos hace imaginar cierto tipo de cosas que hacen aparecer otras, como esa en la que después del asesinato parecen dos chicos que hicieron una travesura y que les salió mal. Se nota que querían ser reyes para la foto.

Esta búsqueda de cierta modernidad en la puesta como la aparición de todos los personajes en zapatillas, el vestuario de las brujas, etc. ¿Qué  desafío y que riesgo te plantea como actriz?

Esta puesta cuenta una historia que es atemporal porque no se sabe dónde está ocurriendo la obra. En un momento, perder la noción ¿es el pasado, el presente, el futuro? Se ha trabajado mucho sobre el vestuario porque es un vestuario cómodo. Lo de las zapatillas quedó porque en un ensayo alguien vino a ensayar en zapatillas y empezamos a probar eso y funcionó. Las zapatillas son como un presente que evoca un ausente. Es un desafío para el director más que para nosotros, los actores. Él quiere que Shakespeare vuelva a ser popular, en algún aspecto. Es como la obra que tiene más rock and roll para Rivas porque pasa de todo. Hay amor, hay sangre. Por eso, también, la mezcla de lenguajes. Para mí es un acierto que las brujas sean brujas y que después vayan como mutando. Eso le da una frescura a la obra. Incluso en el personaje de una de ellas que relata cómo están llegando a abatir a Macbeth. Es muy claro como esa persona que es una chica de esas que adivina la palabra resulta claro. Le da un respiro a la obra, algo fresco que desemboca en el final.

Cuando te ofrecieron hacer este personaje ¿se interpuso algún miedo?

Si, claro. Pensar en si podré con este ser y cómo iba a investigar mi propia ambición porque uno tiene que investigar su propia ambición para poder transitarla. Siempre tengo miedo antes de salir al escenario, no es fácil. Shakespeare es como decir ¿llegaré al final? ¿Contaré todo lo que tengo que contar?

¿Por qué Shakespeare te produce esto?

Porque es un autor muy grande. Es uno de los más grandes que ha marcado un antes y un después. También, el compromiso que nosotros queremos encarnarlo te da cierto cosquilleo.

Sin embargo no sos novata en Shakespeare ¿Eso no te da cierto respaldo?

No. Siempre es algo nuevo. Cuando hicimos “Hamlet, la metamorfosis”, Rivas quería saber cómo se hacía Shakespeare, no copiarlo o copiar otros directores ingleses sino ver qué le pasaba a él y cómo hacerlo. Cuando empezamos Macbeth dijo: “Yo hice Hamlet pero no sé cómo es hacer Macbeth”


¿Cómo fue el proceso de creación de Macbeth?

Fue muy divertido porque primero nos tuvimos que imaginar a estos guerreros, qué hacían, cómo vivían, cómo era el tema político. Además,la obra tiene como dos planos: uno muy real y otro muy fantástico, una influencia externa. Eso es lo que hace interesante a la obra. Tiene como una cosa de mezclas raras y creo que sigue siendo tan actual. Por eso es  una de las obras más representadas en el mundo. La ambición, el poder y que uno no puede salir bien parado sino manejas las cosas…
Hay un gran descubrimiento en esta puesta que es el tema del bebé. Aparece algo que hemos desarrollado mucho y que tiene que ver como una frase que dice ella [Lady Macbeth] “He dado el pecho y sé con cuánto amor se quiere al niño que se amamante pero hubiese sacado los labios de la encía sin dientes si hubiese jurado como vos lo hiciste”. Ahí descubrimos que ellos habían tenido un hijo y, por eso, en muchos momentos de la obra no se habla de la descendencia de él. El hijo para Lady Macbeth pasa a ser Macbeth, ella también lo maneja como un hijo.
Es un tema que es doloroso para ellos y es tanto es así que Macbeth ni siquiera lo puede hablar ni escuchar porque su continuidad en el poder está como castrada. Es interesante la relación con el hijo o con la imposibilidad de tenerlo para Macbeth. Supongo que debe ser raro no tener descendencia, es como no dejar nada en el mundo.

¿Por qué recomendarías al público que vea la obra?

Porque estamos tratando de hacer un Shakespeare que vuelva a ser popular.Hacemos mucho hincapié en contar la historia, que sea clara, sencilla, que si no entiende alguna palabra lo comprenda en la acción. Eso es un trabajo doble. Uno con la palabra y el otro con la acción. En general, cuando se quiere contar Shakespeare se quiere contar sólo con la palabra y él es palabra más acción. Creo que es un teatro que tiene mucha impronta en la puesta, es dinámico y queremos dejar que a Shakespeare se lo solemnice.

¿Crees en ese pasaje que se ha hecho de este autor, de lo popular a un teatro más “elevado”?

Yo creo que se debe a que lo popular en esa época implicaba ese lenguaje. Había un lenguaje para hablar y, quizás, esto se confundió en el tiempo. Los ingleses lo representan en verso, en un lenguaje poético. Ellos tienen una musicalidad en el idioma que nosotros no tenemos. Es diferente en el español. Algunos hicieron más hincapié en tratar de recuperar eso y se perdieron de la acción. 
Hay que pensar también que en The Globe el escenario era muy chico, no tenían escenografía, nada. Lo popular era eso también. Creo que nosotros vamos para ese lado.

Ya sacándote del contexto de la obra ¿Vas al teatro? ¿Y qué vas a ver?

Ahora no voy mucho porque no tengo mucho tiempo pero me gusta ir. No tengo un gusto determinado. A veces, voy con amigos que recomiendan ver tal o cual cosa pero veo de todo. Es muy difícil ser espectador haciendo teatro.

¿Por qué?

Porque uno ve todo. Ve los hilos de todos los actores, cómo se manejan, etc. Tiene el instrumento como de rayo láser. Yo me siento y siempre digo lo mismo, qué me vas a contar ¿Entiendo lo que me quieren contar? Si la historia es clara yo ya estoy satisfecha. A veces, uno va al teatro y no se entiende nada que están contando y eso es básico: saber qué me están contando. Supongo que eso es lo que le pasa al espectador común. Cuando no contás la historia la mente del espectador empieza como a divagar. Es una experiencia rara.

¿Cómo es tu relación con la crítica? ¿Qué te pasa cuando recibís una crítica “mala” o “buena”?

Uno tiene que saber escuchar… No tomarlo como algo personal, es un aprendizaje. Siempre querés tener una crítica buena porque en el teatro uno se expone como ser, como persona con su instrumento, va directamente a uno. No es que como hacer un edificio y que te lo critiquen porque el edificio ya está hecho. Acá vos tenés que seguir haciendo las funciones. Entonces, emocionalmente tener que estar bien parado, no confundirte. A veces, de la crítica se pueden corregir cosas porque es lo que se vio desde afuera pero no más de lo que uno confía en el criterio de las personas con las que trabaja. 



Macbeth, el sueño de las brujas
Versión y dirección: Carlos Rivas
Elenco: Gabriela Toscano, Vanesa González, Carlos Rivas, Mercedes Spangenberg, Cecilia Dellatorre, Mariana Melinc, Dalia Elnecavé, Andrés Portaluppi, Jorge Lifschitz y Bruno Rivas.
Funciones: viernes y sábados, 20:30 hs | domingos 19:30 hs | jueves 19 de junio, 20:30 hs
Entradas $80 | Domingo (día popular) $60

El mundo color macanudo

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El historietista, pintor y muralista Liniers invita a conocer su mundo creativo y expone su obra hasta el 2 de agosto en el Centro Cultural Borges bajo el título de "Todo es macanudo". Un artista que masifica sus dibujos apoyándose en las redes sociales con una mirada distina, ingenua e idealista.

Por Ana Paula Duré || anapdure@gmail.com || 10-06-2014


Basada en la premisa de una propuesta interactiva, “Todo es macanudo” abrió sus puertas al público el 17 de mayo. La muestra que exhibe lo mejor de las historietas de Ricardo Siri (más conocido como Liniers), cuenta con 200 originales del dibujante y múltiples espacios para crear y esparcirse, apuntados principalmente a los niños, pero muy disfrutados también por los adultos.

De esto en definitiva se trata Macanudo, un mundo en el que todo se ve con ojos infantiles y en el que la inocencia y las pequeñas delicias de la vida son protagonistas. Liniers es un personaje que sin dudas ha sabido destacarse en el universo del cómic argentino en los últimos años. Con un éxito rotundo especialmente entre jóvenes y adolescentes con cierta formación intelectual, su encanto reside en un humor sutil y adorable que en algunas ocasiones también apela al sarcasmo, especialmente como una herramienta para ironizar la publicidad y el consumismo. Sin embargo, el autor nunca pierde el enfoque optimista e imaginativo que lo caracteriza. Justamente por él y por la belleza estética de sus dibujos, sus viñetas no paran de aparecer en Instagram y fotos de portada, como una forma de pregonar pensamientos positivos y de superación personal.

Y aunque por momentos los gags de sus historietas coquetean con lo absurdo y se vuelven un poco indescifrables, es interesante ver como expone su punto de vista analizando problemáticas más o menos complejas desde la impunidad y la sinceridad de un niño (o un pingüino, o un duende). Probablemente su estilo no pueda ser caracterizado como filoso ni crítico, y tampoco es el más accesible para cualquiera que lee un diario, pero aporta una mirada distina, ingenua e idealista, que entre tanto humor explícito y político resulta un soplo de aire fresco y roba unas cuantas sonrisas.

Por supuesto, las grandes estrellas de la exposición son sus clásicos personajes, entre los que se encuentran el gato Fellini, el amigo imaginario Olga y la aceituna Oliverio. A medida que se recorre la muestra se los puede ver en todo tipo de formatos y soportes: plasmados en tinta y acuarela en los bocetos de su creador, pintados en la pared y representados como esculturas. Sin embargo, también se encuentran algunas rarezas como los cuadernos del colegio en los que el dibujante plasmó sus primeras creaciones y una serie de entrevistas hechas en forma de historietas que realizó con personajes como Ricardo Darín y Andrés Calamaro. Si bien no ocupan un lugar preponderante en la muestra y pueden llegar a pasar desapercibidas, vale la pena tomarse un par de minutos para leerlas completas.

En general, la exposición está pensada para recorrerla con tiempo y aprovechar la posibilidad de sentarse en un puff o una mesa de café a leer o dibujar. Si bien los más asiduos seguidores de Liniers quizá no encuentren demasiadas novedades, es una buena oportunidad para tener un contacto real con la creación y el boceto de una obra que llega a nosotros a través de un diario, una agenda o una recopilación. Y en especial, de contar con un espacio en el que conviven todos los más queridos personajes del artista, dispuestos a compartir su soñadora perspectiva.


La muestra se puede visitar hasta el 2 de agosto en el Centro Cultural Borges (Viamonte y San Martín) de lunes a sábados de 10 a 21 y los domingos de 12 a 21.

Simone: autobiografía de fuego

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La última novela Eduardo Lalo fue galardonada con el premio internacional de novela Rómulo Gallegos. Simone, publicada por Ediciones Corregidor en el 2013, narra el agobio con un lenguaje tan etéreo como terrenal.

Por Luján Tilli || @Sumaqk || 09-06-2014


Simone, de Eduardo Lalo
Editorial: Corregidor
208 páginas | $98-


Simone es fragmental, fresca y refrescante, haciendo cuerpo la pesadez del sinsentido de la vida, del no saber y no querer saber. Un papel con una cita, un mensaje con tiza en el pavimento, la casa en remodelación de un amigo convertida en refugio, todo puede ser un ancla para no perder la cabeza, para justificar el día a día. Hasta que llega algo, con alguien, que parece minúsculo, incluso ridículo, y alcanza para que el protagonista se aferre a la ilusión y encuentre una razón más fuerte que la desvencijada inercia para despertar a la mañana siguiente.

Con el ritmo breve del párrafo-texto, Lalo narra el agobio con un lenguaje tan etéreo como terrenal. En un registro que huele a autobiografía, se construye al rededor del encanto y el sopor de San Juan, Costa Rica, un amor no tan inesperado, con el peso de la existencia y el deseo. Nace, ahí en esa grieta de la desidia de la vida entregada al abismo último, un amor nostálgico, imposible, acabado.

Simone transcurre en dos tiempos contradictorios e inevitables, incluso, complementarios. Tanto la novela, como los personajes, transitan San Juan en ese ritmo necesario para conquistarnos. A cuentagotas, sigilosa, comienza la trama de una historia con el fin de posponer hasta lo imposible, como quién se empeña en tapar el sol con un dedo, la necesidad de consumirse en la próxima página. Y ya merodeando el final, ahí donde no podemos dejar a solas al protagonista, la verdad a medias, el dolor entero. Con el mismo desprecio que el protagonista manifiesta por el mundo que nos acontece, desprecia su propia existencia, y la homenajea en una singular pérdida de tiempo, y de búsqueda. Tal vez, recién cuando decide perder a Simone, entiende qué estuvo buscando. Narra en cada momento de quietud, tras una observación, una mirada, un silencio, lo que muchas veces vivimos y no decimos.


En la escritura limpia y desnuda de Simone, me encontré con el oriente que se nos asemeja, y que me llevó a recordar, esa poesía maravillosa y dolorosa de Choi Seung-Ho:

La mujer que limpia los baños
En el baño en un rincón del hotel, parados en fila, hay largos mingitorios que llegan a la altura del pecho. Aunque no puedo saber quién es, una mujer a la que sólo se le ve la espalda, limpia. Se mueve rápidamente esa mujer de espadas con guantes de plástico en ambos brazos (esos guantes de plásticos envolverán su piel) y con el trapo en las manos de plástico. El enorme trapo se mueve como un pulpo y yo espero a que se termine su laborioso trajín de pie sin hacer nada, al otro lado de la puerta. Los que esperan la salvación, saben esperar con ahinco. Por mucho que caigan muertos los que van adelante, la espera de personas que se encuentran de nuevo ante la salvación es posible porque sus vejigas no son inflamables. Aunque no sé quién es (será una muchacha que ya no vuelve a su pueblo natal), la mujer dejando tan sólo ver la espalda, con un gran trapo en las manos, de arriba abajo, de abajo, de nuevo, hacia arriba, limpia esos largos mingitorios, aquí, donde no lloran ni verdes insectos pero florecen en los ladrillos flores vacías que crecen incluso en la nieve, aquí en Seúl, es donde abundan las flores vacías.

Eduardo Lalo es uno de los pocos verdaderos inclasificables que podemos hallar en una librería hoy entre los autores contemporáneos, en una época donde la escritura partida y floja recoge flores en todas partes, sin mayor justificación que la escritura misma, disimulando un no saber escribir. Lalo sabe hacer bien las cosas y las hace, cautivándonos con la belleza de lo humano, de lo imperfecto y horroroso. No es un académico escribiendo novelas, no es un posmoderno publicando. Es un escritor y lo demuestra. Simone nació con la marca de la penumbra, de esa tiniebla sagrada sólo otorgada a los privilegiados que asisten al fracaso como un tesoro.


El oficio de un mediador

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La perfección del lenguaje, el refinamiento estético de un texto, el proceso de pulir detalles y mejorar el producto escrito: todo esto está en manos de un oficio milenario y oculto, el del corrector. Su naturaleza le obliga a permanecer agazapado, actuar desde las sombras sin dejar evidencias. Alrededores habló con tres correctoras para reflexionar sobre todo este misterio.

Por Luciano Sáliche || @LucianoSaliche || 12-06-2014


Todo lo que leemos, antes de disponerse frente a nuestros ojos, tiene un proceso. Si pensamos en la literatura o en el periodismo como una escritura más trabajada donde el proceso de elaboración de ese material requiere cierto perfeccionamiento, entonces tenemos que develar un actor oculto, invisivilizado por la parafernalia de la firma del escritor o la empresa: el corrector.

Pero, ¿cómo llevar a cabo un trabajo desde las sombras? ¿Cómo favorecer a clarificar un mensaje, a pulir un estilo, a potenciar las riquezas de un escritor, a condimentar el plato que se va a devorar el lector?

La mediación

La gran mayoría de los portales web, diarios y revistas cuentan con correctores. Lo mismo con las editoriales especializadas o las que publican libros de todos los géneros,desde la ficción hasta la divulgación científica. Ese camino a la excelencia, esa búsqueda literaria de perfeccionar un texto, de volverlo más legible, más rico, ese trabajo está puesto en las manos de los correctores. Claro que no es tomado en cuenta por el lector, dado que “se trata de un trabajo que, si está bien hecho, debería pasar desapercibido, no debería dejar marcas”, explica Julieta Gorlero, correctora enInfobae Américay Editorial Planeta. Y continúa: “se podría decir que el oficio del corrector es el de un mediador: media entre el estilo del autor y las reglas del lenguaje; media entre el mensaje y el estilo; entre el autor y el lector. El corrector trabaja en las sombras con el objetivo de que el que brille sea el autor, o mejor aún, el texto”. 

Viviana D’Andrea, correctora en las editorialesEl vuelo y Al pie de la letra, define su oficio como “un trabajo de mucha concentración y dedicación, en el que hay que contar con una amplia cultura general”. Por su parte, Manuela Rodríguez, correctora en el portal Infobae, puntualice en el objetivo de “cuidar que el texto exprese de la manera más efectiva posible lo que el autor quiere decir” ya que un “empleo poco preciso de los signos de puntuación, por ejemplo, puede desvirtuar el sentido del texto o entorpecer su lectura, igual que un léxico impreciso”.

Entonces una de las características formales de este oficio es la mediación. Pero el lector no forma conscientemente parte de esta tríada (autor-corrector-lector) ya que la desconoce. Por lo tanto la relación más interesante se da entre el autory el corrector. Representemos la escena: el primero envía su texto al segundo y el segundo encuentra errores o cuestiones poco claras por lo que debe actuar, intervenir. Esa relación, que a priori parece de poder, como una jerarquía del saber, como una filtración hacia la publicación, en el fondo no lo es. Para Julieta Gorlero hay que pensar esta relación desde un lugar de colaboración: “Yo, como correctora, quiero que tu texto brille. Si marco algo, es para ayudarte a que el texto sea lo que vos querés que sea. Si no estás de acuerdo, lo discutimos, siempre desde un lugar de respeto”. Para Viviana D’Andrea es “algo cooperativo, donde no existen niveles de jerarquía, sino que cada uno hace su parte para tener un producto final de mejor calidad”.

Sí, los conflictos existen y se dan en este puente hacia el lector que es el corrector. Un puente que debe filtrar para potenciar las riquezas del texto. “Los problemas surgen cuando en vez de colaborar, el trabajo se transforma en una lucha de egos –dice Julieta Gorlero- pero si uno justifica lo que corrige, suele pasar que el otro entiende”. Manuela Rodríguez coincide y sugiere que el objetivo está en “explicar en qué fundamentamos los cambios que le hacemos a un texto pero lo que no es negociable es el respeto a la gramática”.

El gran interpretador

Las tecnologías cambiaron el mundo de la escritura. Más allá de que las teclas hayan suplantado a la tinta, lo que es propio de la época son las facilidades de trabajar un texto online, corregir cosas una vez publicado, los programas de escritura que corrigen automáticamente la mala ortografía y sobre todo la bibliografía espontánea de consulta en la web.

“La disponibilidad en internet de material de referencia, como diccionarios, es algo muy práctico. Por otra parte, la posibilidad de corregir en el modo Control de Cambios de Word permite conservar la versión original y distinguir las intervenciones de distintos usuarios en el texto”, cuenta Manuela Rodríguez, pero asegura que el autocorrector “es un arma de doble filo: el software puede cambiar una palabra con un error de tipeo por otra que esté bien tipeada, pero que no sea la que queríamos escribir. El Word no puede interpretar la intención de quien escribe”. Entonces tenemos aquí un límite. La tecnología contribuye, brinda, coopera pero no interpreta. Entonces es este uno de las características centrales del corrector: la interpretación.

Pero si bien la tecnología simplifica, acorta distancias que antes demoraban el doble, juega con el usuario a otro ritmo. La tecnología exige inmediatez y por lo tanto acelera procesos que quizás necesiten reflexión. “Si tengo que nombrar algo que realmente afecta al trabajo de corrección debido a las tecnologías, es el tiempo”, dice Julieta Gorlero porque “antes los correctores teníamos más tiempo para revisar los textos; ahora, la tecnología ha hecho que todo tenga que ser inmediato, entonces hay poco tiempo para corregir y eso perjudica el trabajo, es más fácil que se pasen errores”.

En la automatización de las tareas y la búsqueda de inmediatez que la época parece pedir a gritos se producen sacrificios. Algunos portales de noticias decidieron prescindir de los correctores. Esto significa despedir a trabajadores que de por sí su actividad es menospreciada debido al no estar colegiada facilitando la precarización laboral. Pero además, prescindir de correctores implica poner en riesgo la calidad de los textos. Y cuando falta la corrección se nota. Entonces, la pregunta sería, ¿cuánto tiene que ver con el producto final, con el texto ya publicado, el trabajo del corrector?

“Un texto final no tiene la misma calidad si no ha pasado por la mirada de un corrector”, sentencia Viviana D’Andrea. Esto se explica a través de la tríada ya comentada anteriormente, ese puente que filtra, que observa al texto con cierto distanciamiento objetivo. Julieta Gorlero lo explica mejor: “El corrector tiene una mirada distinta sobre el texto de la del autor y también de la del lector. Aprendemos a mirar de otro modo. El autor suele leer en el texto aquello que quiso decir, le cuesta tomar distancia y despegarse, por eso es importante la mediación de un corrector, porque ayuda a ver aquello que pasa de largo cuando el que redacta está demasiado cerca del texto. Además, al corregir también se pone en el lugar del lector y cuestiona el texto”.

Pero el lenguaje es subjetivo y el accionar que realiza el corrector está determinado por la interpretación. El autor, como creador original del texto, tiene una intención, un mensaje y un estilo. Y ese estilo puede enriquecer el producto o ensuciarlo, enredarlo. “Es necesario que el corrector respete el estilo -asegura Julieta Gorlero- y definir el estilo probablemente sea el trabajo más difícil del corrector: qué es estilo y qué es error. Hay lugares en los que esto es muy claro, pero el lenguaje no es fijo, está vivo y se va modificando. Esto no quiere decir que todo esté permitido. Entonces, el trabajo del corrector es facilitar el diálogo entre el mensaje, el estilo y el lector, sin dejar sus marcas, porque las marcas que interesan son las del autor”.

Quizás lo mejor sea que el lector no lea esta nota. Quizás sea mejor que permanezca la fantasía del vínculo lineal entre el autor y el lector, la fantasía de que en el medio no hay nada. Quizás sea mejor que el corrector continúe agazapado, escondido, oculto entre las sombras, logrando su cometido de enriquecer los textos que leemos a diario sin dejar ninguna pista, sin que podamos encontrar ninguna de sus huellas. Porque el corrector actúa, ejerce todo su poder interpretativo, ortotipográfico y lingüístico para luego desaparecer y dejar apenas una estela. La estela que dejan los cometas y desaparecen al primer parpadeo.

Una voz para muchas historias

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La edición número 13º de Monoblock, ciclo armado a partir de monólogos, contó con los trabajos de Magdalena De Santo, Alfredo Staffolani,  Victoria Casellas, Laura Aramburu y Beatriz Pustilnik. Obras breves, con una voz veloz que abre un mundo.

Por Gonzalo Marina || gonzalo.marina@yahoo.com.ar || 13-06-2014


Alrededor de un colchón transcurre Pensé que me ahogaba pero estaba yendo más profundo. Una mujer, lesbiana, torta y fea le cuenta sus avatares a una amiga. En una época caduca de clases. Cada uno aprovecha lo que tiene para ser feliz. Ella tiene su amor a la polaquita aunque pueda lastimar lo que más quiera.

Durante una gira teatral por El Chaco sucede lo impensado. El actor cuenta morosamente, whisky en mano, su encuentro con la gringa. Se suma un padre chaqueño, hippies y un hijo en Obras Sanitarias, relato sutil sobre lo que es ser padre.

Los hombres son un problema, los que estuvieron y los que vendrán. La mujer llena de confeti en Sola casi sufrió que su pareja hiciera lo que quisiera. Ahora espera otro. Porque no es difícil conseguir un hombre, lo difícil es retenerlo.

A partir de un cuento de Dorothy Parker surge El vals. Detrás de un impactante vestido blanco hay una mujer llena de dudas por su pretendiente. En su tormenta se combinan las apariencias, el deseo, los golpes porque quizá él no tuvo oportunidad de aprender a bailar.

Finalmente, padecemos con un hombre dispuesto a llenarle el cassette de mensajes a su mujer. Ya escarmentó. Nunca más va a apostar la plata de la ortodoncia de su hijo. Pero está el Pancho o la Rosa, gente con dinero, sombras. Tan decadente como emotiva es Volvé mi negra.

Cada obra tiene uno o más elementos para destacar. Vale la pena apreciar la actuación (Volvé mi negra), la fuerza visual (El vals), la creación de una atmósfera (Sola casi) o el texto (Pensé que me ahogaba…).  Se destaca el trabajo de Staffolani, con un gran trabajo actoral y el texto efectivo que lo sostiene.

La intención del ciclo no es plantear un tema común entre los trabajos lo cual permite disfrutar de la diversidad de tonos y acciones. De todas formas, da vuelta cierta gravedad entre los textos que es abordada de distinta maneras. Está la parodia en Obras Sanitarias, patetismo en Volvémi negra y oscuridad en Sola casi.

Durante junio se pueden ver los nuevos monólogos del ciclo en el Abasto Social Club.
Idea y coordinación: Natalia Carmen Casielles.
Asistencia y Fotografía: Sol Pittau
Iluminación: Braian Brown

Pensé que me ahogaba pero estaba yendo más profundo
Actúan: Eleonora Schajnovich y Marina Jurberg.
Dramaturgia y Dirección: Magdalena De Santo.

Obras Sanitarias
De: Alfredo Staffolani
Actúa: Alfredo Staffolani
Dirección: Horacio Nin Uría

Sola casiTrabajo desprendido del taller de Alejandro Catalan. 
Actúa: Victoria Casellas. 
Dramaturgia y Dirección: Victoria Casellas. 
Director colaborador: Gonzalo Facundo Lopez.

El vals, sobre un cuento de Dorothy Parker
Actúa: Clara Bullrich
Dirección: Laura Aramburu

Volvé mi negra
De: Beatriz Pustilnik 
Actúa: Luis Gianneo
Dirección: Norma Peña


Abasto Social Club | Yatay 666 | Lunes: 21:00 hs | Del 09-06 al 30-06

8cho y och8, literatura constructiva

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La aparición de internet y su posterior naturalización en la sociedad permitió cambios inesperados. El proyecto 8cho y och8 surge a raíz de esto e invita a pensar la literatura desde ejes temáticos universales, como un trabajo constructivo, colectivo y de colaboración. Entre los tantos escritores podemos nombrar, sólo a modo de avance, alguno de ellos: Sebastián Robles, Leticia Martin, Tomás V. Richards, Natalia Gauna, Analía Medina y Nicolás Hochman.Alrededores dialogó con Silvina Gruppo, una de los compiladores del proyecto que compila a 115 participantes entre escritores y artistas plásticos.

Por Luciano Sáliche || @LucianoSaliche || 16-06-2014


La compilación literaria existió siempre y las editoriales chicas encuentran en él la posibilidad de unir a diferentes escritores para conformar un libro fresco y actual. Pero, ¿cuál es la legitimidad de un autor que realiza su primera aparición oficial en una compilación? Quizás lo interesante sea repensar la legitimidad literaria. Las nuevas tecnologías han destruido muchas instituciones. ¿Un escritor se conforma como tal cuando edita su primer libro? ¿Qué sucede entonces con la proliferación de blogs literarios, el periodismo cultural, las redes sociales, los Ebooks artesanales, los sitios online de ficción? Lo que siempre prevalecerá es la obra en sí.

8cho y och8 es un proyecto que va en esta línea. Es una compilación que nació en la web donde se plantean ocho ejes temáticos universales -tiempo, fiesta, lucha, dinero, cuerpo, culpa, fetiche y despedida- y en cada uno de ellos ocho autores realizan un relato breve acompañado de una ilustración, es decir, ocho escritores y ocho artistas plásticos por eje.

Los compiladores son Silvina Gruppo y Diego Axel Lazcano y la idea es, una vez terminado el armado que se puede ver online aquí, virar al formato en papel. Para ello, mediante una campaña de financiamiento colectivo juntan el dinero para encontrar un lugar entre los estantes de las librerías y las bibliotecas personales de los lectores interesados. 

“La idea de 8cho y och8 tiene su germen en un proyecto que realizamos en el 2008. Hicimos un libro artesanal de una tirada de 30 ejemplares que se llamó Exquisito cadáver. En esa oportunidad fue sólo un tema: ‘La muerte’. Ahora queríamos hacer un proyecto de largo aliento que volviera a vincular arte y literatura”, cuenta Silvina Gruppo, una de las compiladoras, en diálogo con Alrededores.

La selección de autores siempre es ardua. Primero porque las editoriales más pequeñas cuentan con posibilidades más acotadas para convocar a las grandes plumas de la escena literaria. Pero esta falencia es reconvertida en atributo mostrando de forma sincera y brutal a los escritores en auge, con una sed voraz ya perdida por varios del establishment. “Para conocer y elegir a los escritores fuimos a ciclos de lectura, leímos blogs, revistas digitales, revistas impresas, antologías de premios literarios, antologías de editoriales independientes, poemarios, libros de cuentos y novelas de editoriales pequeñas”, cuenta Gruppo y agrega: “Para elegir a los artistas visitamos muestras colectivas de arte, exposiciones de Arte Correo, consultamos catálogos, blogs, Flickr”.

Las redes sociales facilitan el contacto, la viralización del contenido, un boca en boca instantáneo. Por eso “también pasó que, a medida que íbamos avanzando y publicando los capítulos, muchos se fueron interesando por el proyecto y nos mandaron su material para que los conociéramos. La característica común de todos los participantes es el fuerte compromiso que tienen con su trabajo. Acá hay artistas y escritores en permanente movimiento, en actividad”, explicó Gruppo.

¿Acaso aún existen escritores que niegan la gigantesca plaza pública que es Internet? Quizás este fenómeno de época sea la herramienta más transformadora que haya producido la humanidad. Los grandes cambios en las subjetividades, las formas de pensarnos en el mundo se han visto ampliados por la posibilidad de estar en conexión en tiempo real. “No se puede ignorar que Internet y sus redes propician una gran difusión y circulación de los trabajos, así que quisimos aprovecharlo -cuenta Gruppo-, los ocho capítulos están disponibles y gratuitos online y cada uno tiene una versión en PDF para el que se lo quiera imprimir. El libro completo que figura en la web se puede tomar como una maqueta virtual que permite proyectar cómo va a ser el libro impreso.”

Muy pronto los fetichistas del papel y la tinta podrán disfrutar de este material multiforme y diverso en el soporte compacto de un libro. Para lograrlo, se está realizando una campaña de financiamiento colectivo en Panal de ideas. Este laborioso proyecto invita a pensar a la literatura hoy en día, cuáles son sus mecanismos de legitimación y la complejidad de sus soportes y posteriores condiciones de lectura. Es probable que 8cho y och8 sea una de las mejores compilaciones del año. Aquí se puede comprobar.



FIFA GO HOME

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El Mundial de Brasil 2014 planteó el interrogante acerca del beneficio que puede tener organizar uno de los eventos más importantes del mundo y abrió el debate respecto a las verdaderas necesidades de un país.

Por Luciano Gauna || @luchogauna || 16-06-2014


El mundial más caro de la historia está en marcha y quizás ganarlo sea el único consuelo para un pueblo que respira fútbol pero que siente la amargura de los 11 mil millones de dólares gastados en las obras prometidas e incumplidas.

Con grupos “anti-mundial” organizando protestas callejeras, demandas de sindicatos reclamando mejoras en los servicios de salud, educación y transporte y señales de tensión en las favelas de Río de Janeiro algunos creen que una derrota deportiva sea quizás el disgusto que falta para alterar más los ánimos.

Lo cierto es que la puesta en escena para la Copa del Mundo se ha convertido en un dolor de cabeza no sólo para los organizadores, sino para los propios brasileños. Es que en comparación con las dos últimas ediciones, el valor del Mundial de Brasil 2014 triplica  los gastos de Alemania 2006 y cuadruplica los de Sudáfrica 2010.

Si bien los puntos de conflicto se reparten a largo del país, las 12 sedes del evento mundialista acaparan la atención. La felicidad de organizar el evento más importante del fútbol contrasta con la impotencia generada por la corrupción y los gastos excesivos.

En este sentido, sin dudas la construcción de los estadios fue uno de los mayores inconvenientes que atravesó Brasil para la organización del mundial. El plazo impuesto por la FIFA para diciembre de 2013 como fecha final para la entrega de todos los escenarios estuvo lejos de cumplirse, y en algunos se continuó con las obras incluso horas antes del inicio de la cita mundialista.

Quizás el caso más emblemático es el Arena Corinthians de San Pablo, lugar que fue sede en el partido inaugural entre Brasil y Croacia y en el que murieron siete obreros a lo largo de la construcción. Edificado en un principio para acoger a 48 mil espectadores, la FIFA pidió que su capacidad fuese ampliada hasta 68 mil mediante la instalación de tribunas provisionales. Pero las obras se atrasaron más de la cuenta y el estadio no lució como debía en el debut de la “verdeamarela”, a tal punto que se colocaron lonas en algunos sectores para tapar imperfecciones. 

El panorama es similar en la mayoría de las doce ciudades-sede: obras sin terminar, aeropuertos reformados a medias, la mitad de los estadios sin cobertura wi-fi, escombros y vallas de construcción en los accesos a las canchas.

La situación de los aeropuertos es otro motivo de insatisfacción para el Gobierno brasileño: todos los de las ciudades-sede han sido reformados, pero ninguno ha logrado obtener el certificado FIFA de calidad. El de Manaos presenta problemas de goteras y filtraciones. El de Brasilia sufrió una inundación pocos días después de ser reinaugurado. En los dos de San Pablo el problema no es de acceso, sino de evacuación, y el aeropuerto de Río de Janeiro (que espera la llegada de más medio millón de visitantes), cuya finalización estaba prevista para 2012, sigue en obras.

Asimismo, la inseguridad para los turistas es un tema que también preocupa al gobierno de Dilma Rousseff y es por eso que la mandataria decidió que sean 150 mil los efectivos encargados de garantizar el correcto desarrollo del evento. Una cifra más que contundente.


El mundial y los derechos humanos

Tal como sucede en los países sudamericanos, la riqueza en Brasil está repartida de forma desigual y una cuarta parte de su población vive en la pobreza. Son ellos precisamente los que más sufren las violaciones de derechos humanos vinculadas a esta copa. Los desahucios violan el derecho a una vivienda, los trabajadores de la construcción son explotados y se prohíbe a los vendedores ambulantes realizar su trabajo alrededor de los estadios durante el gran evento.

El caso simbólico es el de Río Janeiro, sede de los próximos Juegos Olímpicos, donde según la Articulación Nacional para la Copa del Mundo, un espacio que coordina a los ciudadanos que se organizan contra los efectos negativos de la Copa y los JJOO 2016 en todo el país, son 250 mil las personas que fueron desalojadas de sus hogares.

Las promesas incumplidas y el post mundial

Brasil fue elegido como sede del Mundial en 2007, en una decisión que el entonces presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, anunció como un futuro "legado de mejoría en las condiciones de vida del pueblo brasileño".

Algunos de los proyectos de servicios que el país planeaba para el Mundial, como el tren de alta velocidad entre San Pablo y Río de Janeiro, se han ido quedando en el camino y, por el momento, no tienen fecha ni plazos previstos de construcción. Además, el valor de las obras de construcción o reforma de los 12 estadios aumentó un 45% respecto a lo previsto en 2010.

Este contexto provocó el fastidio de buena parte de la población, la cual llevó a cabo numerosas protestas en las principales ciudades de Brasil. En las mismas se reclama prioridad en la inversión en servicios públicos al grito de "FIFA go home" (FIFA vete a casa).

Otro asunto que deberá resolver el país es saber qué hacer luego del mundial con aquellos estadios ubicados en ciudades que no presentan tradición futbolística o que no cuentan con equipos de gran convocatoria. Lo que se teme es que ocurra lo mismo que en Sudáfrica, en donde de los diez estadios construidos o ampliados, al menos tres son considerados  como “elefantes blancos”: demasiado grandes para ser utilizados de forma provechosa después del torneo.

El gran negocio de la FIFA

Los países que compiten por organizar el mundial lo hacen con la promesa de crecimiento económico, inversión y nuevos  empleos: Se espera que se creen 700 mil empleos y que el PBI aumente un 0,26%,aproximadamente 4 mil millones de dólares. Estas esperanzas son impulsadas intencionalmente desde la FIFA, y por su presidente Joshepp Blatter; pero la realidad es diferente y el balance de Sudáfrica 2010 así lo demuestra: El costo para el Estado del país africano fue un 1.7% mayor de lo planeado. En lugar del beneficio esperado de casi 600 millones de euros, Sudáfrica sufrió una pérdida de 2.300 millones. La FIFA y sus socios, por el contrario, sacaron más de 2.500 millones de euros. Sin dudas, queda claro quién es el único beneficiado en esta historia. 


¿Cómo leemos noticias hoy?

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Los modos de informarse han cambiado. A la posibilidad de leer noticias en diarios, escucharlas por radio o verlas en TV se le agrega la de navegar en la web en busca de información en diferentes formatos –escrito, sonoro, audiovisual-. ¿Cuáles son las características de los consumos informativos online en la actualidad?

Por Pablo Díaz Marenghi || @pablodiaz91 || 16-06-2014
Fotos: Victoria Schwindt || @vickyschwindt 


Las tecnologías de la información y la comunicación (TICs) alcanzaron un amplio desarrollo en la década del 2000. Un ejemplo es internet y la conexión banda ancha que en 2006 alcanzó los 1100 millones de usuarios, según datos de la consultora internacional IDC. Esto afectó a la industria mediática que comienza a producir contenidos para plataformas digitales.

En los últimos 15 años se produjo, de manera gradual, una caída de las ventas de diarios en papel. Tal como sostiene el analista de medios Matías Martínez Molina en su libro Os Melhores Jornais do Mundo, el epicentro fue en EE.UU y Gran Bretaña mientras que se dio de un modo más leve en Europa Continental y Asia. Le atribuye responsabilidad al desarrollo de internet y a los nuevos hábitos de lectura que generó. Esta situación se replica en la Argentina aunque de manera no tan brusca. El sitio DiarioSobreDiario, en su informe de ventas 2013, confirmó que el Diario Clarín, el más vendido de la Argentina, vendió en 2013 menos ejemplares que en 1959 -cuando la población era menor a 20 millones- .

Pablo Martín Fernández, Licenciado en Ciencias de la Comunicación y editor web de las revistas Apertura e InfoTechnology afirma: “La caída de ventas en papel es mundial y la tendencia aumentará porque hay generaciones jóvenes que ya no compran diarios; se informan por Internet. La clave es no dormirse”. Los diarios deben aggiornarse en función de un consumidor de noticias que ya no invierte el mismo tiempo que hace años atrás tal como lo afirma Hal Varian, economista en jefe de Google, en el informe Newspaper economics, Online and Offline: “Un lector de diario impreso pasa 25 minutos por día promedio leyendo el diario mientras que un usuario online pasa poco más de un minuto en un sitio informativo”.

En EE.UU se registran patrones de lectura y conductas en sitios de noticias que ayudan a pensar lo que ocurre en la Argentina y el resto del mundo. Allí, afirma Fernández, se da “la mayor catástrofe” en caída de ventas y profundiza: “Lo que pasa es que al ser tan relevante en tema medios, asusta. Si bien caen las ventas [en Argentina] –nadie lo va a negar eso- y las que suben lo hacen apalancadas por clubs de beneficio –Club LaNación o Clarín365- la caída no es tan brutal como en EE.UU en dónde cierran redacciones a diario. Eso hace que la transición no sea tan a las apuradas”.

Ana tiene 50 años, es ama de casa y en su tiempo libre suele consultar medios online para informarse: “Me cuesta bastante manejarme en internet pero me doy maña. Veo videos, leo las últimas novedades y en general entro en noticias de espectáculos porque me divierten”. El soporte web también repercute en los contenidos informativos. Fernández opina que “Muchas veces se publica contenido online que no sería noticiable en medios tradicionales. Por ejemplo, ahora están muy de moda las listas sobre cualquier cosa. Eso no es noticia, pero es contenido. En internet también es importante pensar a cuánta gente le va a interesar. Porque mal que mal uno puede pensar que todos los que compran el diario pueden leer tal nota; acá si nadie la leyó, me entero”. La profundidad con la que el público lee las noticias varía según el soporte y en la web suele ser baja.  El informe Not Quite the Average: An Empirical Studyof Web Use (2008) sostiene que “los usuarios leen el 28 por ciento de las palabras si dedican todo su tiempo a la lectura” y que “leen solo el 20 por ciento del texto en una página promedio”.

¿Qué es lo que sucede en la Argentina con los consumos informativos web? ¿De qué manera los dispositivos tecnológicos penetraron en la sociedad? Según el informe SINCA, realizado durante el primer semestre de 2013 por la Secretaría de Cultura de la Nación, el 71% de los argentinos tiene PC, el 65% se conecta a internet y el 60% tiene conexión en su casa y el 24% de la población se conecta a internet a través de los smartphones. De los contenidos que se consumen en internet, revela el informe, las redes sociales se ubican primero, con un 57% de usuarios (46% de uso frecuente). El 55% tiene un perfil en Facebook y el 13%, una cuenta en Twitter.  La página más visitada es Facebook y segunda el portal de videos YouTube.  Así es posible concluir que los argentinos son asiduos consumidores de información a través de estas plataformas. Fernández brinda su visión al respecto: “Las redes sociales llevan a los medios online a lugares que quizás no llegaban. Hoy a través de Facebook o Twitter uno lee notas de medios que quizás no sabía ni que existían. Porque le creemos a un amigo o a una fuente confiable. Eso, que parece medio anárquico, está bueno porque te permite llegar a nuevas audiencias. Los medios lo capitalizarían si toda esa gente que llega a través de los links, vertidos en las redes sociales, se queda por un tiempo”. Estas plataformas permiten nuevos modos de interacción entre usuarios y medios: comentarios, megustas, retuits, favs, compartir y difundir notas. Son buenos termómetros para analizar los ritmos en los cuales los contenidos informativos circulan en la web.


Los medios también se debaten la forma en que los contenidos en la web se estructuran para captar a los usuarios. Eyetrack III –un estudio realizado en EE.UU basado en los movimientos oculares de las personas al leer contenidos online- reveló que los titulares suelen ser atractivos para clickear ciertas notas pero no aseguran la permanencia en las mismas. Santiago, cajero de supermercado de 19 años de edad, confiesa que “cuando navego por internet suelo entrar a las notas con títulos más llamativos. Si son escándalos o quilombos deportivos, mejor”. También se delinearon cuatro patrones de lectura habituales en la web : en forma de L –orientando la lectura de arriba abajo y de izquierda a derecha- en E –en dónde el usuario recorre la pantalla de izquierda a derecha pero por zonas, emulando la letra E, y no leyendo la totalidad de un texto- en  F –mismo criterio que el patrón en E pero con preponderancia en la parte superior del texto- y en L invertida –usuarios que comienzan a leer de derecha a izquierda, los menos frecuentes. Luego de este análisis se sostuvo que la lectura suele comenzar por la izquierda.


El profesor inglés Paul Bradshaw planteó un modelo llamado Diamante a la hora de presentar la información en el periodismo digital. El teórico plantea un esquemaque respetar, a la hora de distribuir la información, dividido en fases: alerta, borrador, artículo, contexto, análisis, interacción y personalización. Lo mismo ideó el teórico de la comunicación João Canavilhas y lo bautizóPirámide Tumbada: en lugar de la tradicional pirámide invertida del periodismo clásico, el autor plantea una versión “acostada” basada en los preceptos de la lectura online de izquierda a derecha, y divide la diagramación en tres etapas: explicación básica, contextualización y exploración. El autor chileno Juan Carlos Camus hizo lo propio planteando una propuestainnovadora de estructuración de contenidos digitales llamada Modelo Margaritaque consiste en una dividir el trabajo de una redacción digital por etapas, en dónde cada una retro alimente a la anterior. La tecnología no determinó comportamientos sociales inéditos pero si condicionó –y condiciona- la conducta de los usuarios a la hora de consumir información en la web.

El avance tecnológico no se detiene. Medios norteamericanos y también argentinos encienden señales de alarma. Un ejemplo local es el caso del diario Clarín que renovó el diseño de su portal web y planteó una estrategia innovadora: redacción multiplataforma y periodistas que escriban contenidos destinados al soporte web y al papel. El futuro de la prensa y el consumo informativo digital aún es incierto. La permanencia en los sitios web es una cuestión relevante a la hora de pensar contenidos y definir la financiación, ya que la publicidad muchas veces se define por medio del tráfico de los sitios. El “Minuto a minuto”, tan citado en televisión primetime, parece haberse trasladado también a la web, sujeto a fluctuaciones constantes de usuarios. Fernández, opina que “Hay que hacer un equilibrio sobre esto y cruzarlo con la línea editorial. Hay medios que van a publicar cualquier cosa con tal de tener más visitas y otros, por suerte, todavía podemos no hacerlo. Pero, la tentación es fuerte”.

Miguel, empleado público y estudiante universitario de 40 años, confiesa: “Me encanta consumir información en digital porque puedo complementar mi lectura diaria de manera más simple y veloz. Pero tampoco puedo abandonar el ritual de comprar el diario, olerlo, pasar las páginas, creo que es algo que internet no va a poder reemplazar”. Los patrones de lectura son cambiantes y el diario en papel intenta sobrevivir ante al avance vertiginoso de la web y sus múltiples usos.

La Patria que nos queda

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El Mundial parece generar un ambiente donde todos los argentinos desperdigados a lo ancho y a lo largo de nuestro territorio y en el exterior, sin importar las diferencias de clase, género, etnia o ideología, nos abrazamos como una milicia medieval que lucha por la liberación. ¿Cómo se forma, a partir de este clima mundialista, una homogénea identidad patriótica y nacional?

Por Luciano Sáliche || @LucianoSaliche || 26-06-2014


I

No tenemos Patria. No existen en nuestra corta historia de vida los acontecimientos que hayan unido a todos y cada uno de los argentinos en una masa amorfa y fraternal. Nuestra historia está trazada por rivalidades fragmentarias que se condicen con la lucha de poderes, con eso que hoy la oposición llama –ingenuamente y refiriéndose sólo al último proceso político- la grieta. Desde unitarios y federales, rosismo, mitrismo, radicalismo, peronismo, setentismo, kirchnerismo. Cada movimiento político emergente o institucionalizado tuvo su contraparte, tuvo un movimiento antagónico. Nunca estuvimos todos unidos bajo una misma bandera. Y cuando digo todos unidos no me refiero a alguna película de Warner Bros donde la vida sucede en un barrio de casas igualitas color pastel, los vecinos se saludan amablemente y siempre hay un sol enérgico en el cielo sino, más bien, a la simbología nacional que hermana a los integrantes de un mismo territorio a partir de hechos que lo demuestran.

“La independencia fue una farsa –me dijo un amigo-, en realidad fueron españoles criollos que se independizaron de la Corona”. Y luego pensamos en Sarmiento. Porque Sarmiento entendió que en Argentina no había Patria y para crearla debía poner en marcha un plan integral. Su esquemático pensamiento de civilización o barbarie entendía que lo que había acá no servía, que las masas no tenían ni la voluntad ni la capacidad intelectual para forjar una idiosincrasia constitutiva, una identidad nacional. Entonces intentó adaptar, de la forma más honesta posible, los ideales europeos al pueblo argentino. Sarmiento era, antes de todo, un educador; y su objetivo, educar. La resignación frente a la barbarie fue su motor. “Quisiéramos apartar de toda cuestión social americana a los salvajes por quienes sentimos sin poderlo remediar, una invencible repugnancia”, escribió. Y también: “La sangre es lo único que tienen de seres humanos esos salvajes” [1]. Educar era, para él, un sinónimo de europeizar, de salir del atraso, de caminar hacia el progreso, de encarar una revolución cultural, de formar una Patria.

II

La guerra tiene la facultad de marcar un enemigo externo. Esa capacidad de borrar todas las diferencias étnicas, clasistas y de género para introducir a la población en su conjunto bajo una masa amorfa y unida, esa capacidad es propia de un evento bélico.

“El tema más profundo de la identidad argentina es la Patria porque no la tenemos; y la Guerra de Malvinas es el último evento patriótico”, me dijo una vez Carlos Godoy [2]. Quizás sea el único. No se recuerda otro momento contemporáneo en que todas las clases sociales se hayan unido por un reclamo que atañe a todos los que formamos parte del territorio.

Argentina es un país que podría denominarse nuevo. Con apenas 200 años de historia, se han registrado una cantidad considerable de dictaduras, masacres, atentados, asesinatos y desapariciones surcados por hechos políticos. Ideología que se encierra en formas divergentes de concebir la Nación. Pero los enemigos siempre fueron internos. En cambio, Malvinas es -porque continúa siéndolo- una estación terminal donde confluyen todos los tipos de identidades nacionales. Inglaterra es el enemigo, claro, visible, concreto, al cual todos odiamos y debemos eliminar.

Y en el Mundial hay enemigos. Ficcionalizados claro, pero hay que eliminarlos. El que vence es el mejor porque, además de pasar a la siguiente etapa, obtiene el bien supremo: el honor. El honor de ser argentino. Y no hay nada más preciado para el hincha que manifestarlo. Como cuando alguien se levanta la manga de la remera hasta el hombro y con el otro brazo se golpea el tatuaje de Diego Armando Maradona, dibujado con la camiseta de la selección: El Diego es argentino, papá.


III

El círculo no cierra con sólo construir un enemigo y entendernos a partir de una otredad, porque la construcción interna de la Patria debe ser certera. Y la forma fraternal y de hermandad que fortalece esta construcción es la solidaridad. Cuando a principios de abril de 2013 la ciudad de La Plata vivió una fuerte inundación que causó 89 muertes, las diferentes regiones del país fueron solidarias. El envío de ayuda -alimentos, ropa, colchones, etc.- se hizo tan contundente que apareció en el ambiente un sentimiento interno de Patria que pocas veces se vio.

El slogan propagandístico del partido gubernamental de Argentina es “La Patria es el otro”. La Presidenta lo suele mencionar con frecuencia en sus discursos. Nótese cómo se construye la interpelación a partir de un sentimiento clave: la solidaridad. El sentimiento patriótico y nacionalista implica entenderse como parte de una población con identidad común. Es allí donde se entrelazan las diferentes comunidades bajo una identidad de pertenencia a partir de la cooperación mutua.

IV

Hay que decir que el nacionalismo es muchas veces una barrera. Porque si nos apoyamos en los estrictos términos marxistas hay que afirmar que un obrero precarizado del Gran Buenos Aires tiene mucho más en común con un obrero precarizado de Varsovia que con un terrateniente del Paraná. Entonces la unidad popular proletaria se ve truncada por una simbología que, si bien construye una identidad popular, oculta la verdadera división entre oprimidos y opresores.

Sin embargo, Ernesto Laclau advirtió que a partir de Gramsci ya no se puede pensar la construcción de identidades revolucionarias en términos clasistas [3]. A lo que Laclau se refería es que los movimientos obreros no permanecen en el centro de la escena ya que la dispersión de la sociedad sólo puede reagruparse a partir de una propuesta que encastre los diferentes reclamos bajo una demanda universal, que cree una identidad donde puedan verse reflejadas los distintos actores sociales, pero sobre todo los de abajo, dejando abierto así el abanico a una multitud difusa y atenta. Esto es el populismo, “un sistema político que no es ni bueno ni malo porque no tiene un contenido ideológico” [4]. La formación de la identidad nacional -que es, en los términos que esta nota propone, el enclave fundamental de la Patria- se forja a partir de una serie de eventos causales que, siguiendo a Laclau y su teoría de lo ideológico, se obtienen a partir de un punto de indecibilidad. Este es el momento en que el sujeto toma la decisión, como acto hegemónico que configura objetividades, y cristaliza la demanda universal. Estos son los famosos significantes vacíos donde la universalidad de significados confluyen en un único significante. De forma más sencilla, el sociólogo Juan Manuel Lucas expone: “El Peronismo es un ejemplo insustituible en este sentido. Polisémico por definición, constituye un significante ‘vacío’, una palabra carente de significado, que puede llenarse con cualquier definición. Menemistas, duhaldistas, kirchneristas, sciolistas, cada quien puede atribuir su propio significado al significante ‘peronismo’. Como ironizaba la sonrisa amplia del general, ‘ah no… peronistas somos todos’” [5].

Esa misma connotación aparece en la identidad nacional. ¿Qué significa ser argentino? Al fin y al cabo no es otra cosa que haber nacido en este territorio. Pero no, es algo más. No se reduce al gentilicio que figura en el DNI. Es una construcción identitaria totalizadora que engloba los diferentes significados que cada uno pueda darle.


V

Messi no es argentino. Al menos en los términos que hoy concebimos la argentinidad. Lionel Messi nació en Rosario pero se fue a los 13 años, en el amanecer del nuevo siglo, a jugar al Barcelona debido a un síndrome hormonal que padecía y sólo este club podía pagar. Vivió la Argentina de la crisis del 2001 desde un autoexilio futbolístico. Así fue como dejó el país desde chico y se sometió a un tratamiento de crecimiento. Es evidente que todo lo que aprendió y vivió en los potreros argentinos y en las inferiores de Newells lo formó y le dio ese talento que sólo se aprende de chico. (Si para muchos la Patria es la infancia, entonces sí, Messi es argentinísimo.) Luego fue el Barcelona el que lo entrenó como un experimento magnífico. Y fue efectivo, Messi es considerado por un número relevante de personalidades relevantes como el mejor jugador de todos los tiempos. Y el resultado habla por sí solo: la Copa del Mundo con el Sub-20, la Medalla de Oro de los JJOO, seis Ligas españolas, dos Copas del Rey, Seis Supercopas de España, tres Champions Leagues, dos Copas del Mundial de Clubes y dos Eurocopas. Ganó tres Balones de Oro consecutivos y tiene unos cuantos récords voluptuosos. No se discute la enorme huella que está dejando en el fútbol. Lo que sucede es que, a pesar de ganar todo, le falta algo: la Copa del Mundo. Y esto, se sabe, es una espina en el bajo vientre de Messi.

Argentina ganó los tres partidos que jugó pero sin embargo el equipo no gusta. Todos los jugadores que componen el plantel titular y el banco de suplentes son estrellas de sus clubes. Lo que falta, acusa la hinchada, son huevos. No mística ni personalidad, eso sobra, eso lo puede brindar el rezo encadenado de todos los que, con los dientes apretados, esperan frente al televisor el grito desgarrador. Sin embargo, Messi aparece, y no lo hace como un Hulk mutante que arremete con toda su masculinidad, sino, más bien, como un Jesucristo ciborg, salvador, lírico, hermoso, cargado de todo el complejo vitamínico otorgado por el mejor club de los últimos años para saciar, al menos en ese momento, la inconforme realidad argentina. Y es ahí cuando sucede, de forma irreductible, el complejo entramado de subjetividades individuales que forman la argentinidad, la abrumadora identidad nacional, el pueblo… la Patria.

VI

Patria proviene del latín y significa familia o clan; aunque también tierra paterna. La acepción designa origen, identidad, tradición. Por otro lado, el nacionalismo es una corriente política surgida en la época de las revoluciones de finales del siglo XVIII donde esa idea de Patria se resignifica en una identidad puramente territorial donde se unen conceptos como Nación y Estado.

Cuando consulté a otro amigo sobre el tema me dijo: “¿Acaso la Patria tiene fronteras? Me parece algo antiguo. Yo la asocio más con el romanticismo”. La globalización no volteó las fronteras pero de alguna manera las desdibujó. Entonces pensar en la Patria es pensar en una tradición, una identidad que se nos delega, que proviene del pasado y que se resignifica, que presenta cierto dinamismo.

¿Cuál es entonces la dimensión patriótica y nacionalista que emerge en época mundialista? No se puede negar el etnocentrismo contemporáneo, ese chauvinismo que, sumado a la infatigable cultura del aguante que suele tener el fútbol, hace que una pelea de cánticos picarescos termine en una ensangrentada pelea de puños [6]. En el Mundial todo es muy friendly, muy turístico hasta que los cables humanos entran en cortocircuito y el amor por los colores se transforma en una defensa violenta, que va al choque, a trabar con mala leche sin que nadie haya siquiera atacado. Pero esa es la parte medieval del Mundial. Porque el mundial es un evento turístico y espectacular que, además de costarle unos cuantos millones al pueblo brasileño [7], sacia las necesidades de gloria, divertimento, energía pulsional e identificación pasional de una masa uniforme de hinchas y no hinchas que depositan todas sus esperanzas en algo que les puede dar una gran alegría. Y cuando digo alegría no me refiero a un pudiente viaje a Europa o al nacimiento de un nuevo miembro de la familia sino a presenciar un hecho trascendente de la historia, vivirlo y llevarlo consigo como un suvenir invaluable y exhibirlo frente a las futuras generaciones. Algo que puede ser sintetizado en alguna acepción del término honor.


VII

En el portal de noticias donde actualmente trabajo le pedimos a la audiencia que suba fotos a Twitter minutos antes que juegue la selección. Selfie mundialista: contanos cómo vivís la previa de Argentina. Cientos de tuits donde personas de diferentes clases sociales, géneros y etnias sonríen a cámara con algún elemento celeste y blanco. Esas fotos familiares de un número considerable de personas que sonríen y esperan que empiece el partido contienen varios de los elementos patrióticos descritos anteriormente. De fondo está la televisión, el artefacto que pasa el espectáculo. Pero ese espectáculo ya no lo es. Es un evento deportivo que muta a arena de batalla donde los jugadores, que ofician de soldados especialistas en jugar al fútbol, nos representan a todos, incluso a los que no les gusta el fútbol. No juegan a la pelota, como se suele decir en el barrio, juegan al fútbol, porque nada tiene de amateur esta instancia crucial.

En Argentina pasa algo relevante con el fútbol. Se piensa, se vive, se reflexiona a partir de él. Las subjetividades regionales contienen este componente que, a diferencia de otros países, nos moldea. No porque nos corra fútbol por las venas, sino porque ocupa un lugar importante en las costumbres de nuestro país. Luis García Fanlo escribió mucho al respecto: “La argentinidad es un discurso performativo que nos hace ser argentinos en los términos y bajo las condiciones de un conjunto de exigencias” [8]. La exigencia principal parece ser, bajo este clima mundialista, estar atravesado por la pasión. Fanlo dejó en claro, en un potente artículo de Alrededores [9], que la pasión es, además de la fraternidad entre los hinchas para con su equipo, un entramado político de poder, corrupción y faccionalización social.

Lo interesante es ver cómo se entrelaza la identidad nacional con el fútbol mundialista porque en ese tejido emocional prevalece una idea de verdad, la de la Patria. “La patria se vuelve, entonces, una experiencia compartida de lo afectivo: la comida, la danza, la música, el deporte. El fútbol, para esto, era y es perfecto: es pura emotividad del relato de la patria”, escribió Pablo Alabarces [10].

VIII

Hay una pregunta que entra en el terreno de la literatura cotidiana pero que se debe formular: ¿se vive como se juega? La respuesta parece ser un no rotundo. Porque, por ejemplo, el talento, la fortuna y la personalidad de Messi nada dicen de nuestro pueblo. Pero el interrogante intenta filtrarse por el valor que le damos al fútbol y cómo lo relacionamos con nuestra forma de vida.

Ahora bien, si entendemos al fútbol como un elemento constitutivo de nuestra cotidianeidad la cuestión se abre aún más. ¿Acaso no habla de nuestra sociedad la forma que adopta el fútbol: la violencia de las barras, el exacerbado poder de la AFA y la dependencia de los clubes, la medida gubernamental de Fútbol Para Todos, la cultura del aguante, la cantidad de policías dentro y fuera de los estadios, el alambrado que separa la tribuna de la cancha, la proliferación de programas de debates de periodistas deportivos y exfutbolistas?

La pasión que genera el fútbol está tan arraigada que muchos futboleros me han afirmado, a veces por lo bajo, que prefieren ver a su club ganar el torneo local o la Libertadores antes que ver a la selección levantar la copa del Mundial. Este hecho, por mínimo que parezca, es trascendental en términos de identidades.

“Nada cambia si ganamos el Mundial. Festejaremos un mes seguido y después pasará. Sólo es fútbol”, me dijo un amigo. Y es cierto: cualquiera sea el resultado no modificará la realidad material de nuestra existencia. Quizás seremos un poco bastante más felices. Quizás. Y con eso ya es suficiente.



Notas al pie

[6]Hubo heridos tras un violento cruce entre hinchas argentinos y chilenos en Copacabana. El tribuno. Año 2014.





Los Mutantes del Paraná: Folk zarateño

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El trío acústico, oriundo de Zárate, provincia de Buenos Aires, lleva cuatro años en la música. Fusionando rock y folklore de distintas partes del mundo, presentan El entrerriano, su disco debut. En dialogo exclusivo con Alrededores, Santiago Dirrheimer, uno de sus integrantes, repasa los orígenes de la banda, su presente y sus metas a futuro.

Por Sebastián Rodríguez || @sebas_carp1988 || 26-06-2014


Los Mutantes del Paraná surgió en 2011, en la localidad bonaerense de Zarate. Su disco debut, El entrerriano, es una producción de 16 temas, arreglados por los integrantes del grupo, en donde se fusionan el rock con folklore argentino y otras partes del mundo. El “folk zarateño” es una mixtura de jazz, rock, folk y tango, sumados a la influencia de las músicas foráneas que toda zona portuaria sabe recibir. Los Mutantes está compuesto por Charly Valerio (guitarra, piano y voz), Nahuel Dirrheimer (guitarra y voz) y Santiago Dirrheimer (contrabajo). Pero en esta ocasión, quien toma la voz cantante para charlar con Alrededores, es Santiago, contrabajista de la banda.

¿Por qué se pusieron “los mutantes”?

Parte del nombre lo puso un amigo de la banda, cuando arrancamos este proyecto. Lo tomábamos como algo más de casa, y siempre aparecía Lucas y nos decía que tanto nosotros como nuestra música era mutante, siempre en forma de chiste. Al momento de poner un nombre a lo que hacíamos nos dimos cuenta de que ese chiste era muy representativo. Pero, Los Mutantes ya existían más arriba del continente (Os Mutantes es una banda brasileña formada en 1966). No queríamos desechar la idea, así que decidimos completarlo con "del Paraná". Nosotros somos de Zarate, y la influencia que tiene un rio sobre la gente y lo que hace es muy grande. Es algo constante que lleva y trae, modifica y muta, pero su esencia siempre sigue siendo la misma.

¿Cómo nació la idea de fusionar el rock con el folklore mundial?

Nuestra música no fue algo premeditado, simplemente salió así. Pienso que el hecho de no limitarnos a ningún estilo de música y no decir "no" a ninguna idea nueva, encamino mucho las composiciones. También hay que tener en cuenta el contexto personal de cada uno de la banda; todos venimos más del palo del rock, pero estábamos escuchando cosas nuevas, el folklore y el tango nos había llamado la atención. Descubrimos que eran estilos muy fuertes, que podían tener tanta fuerza como un tema de Zeppelin, y eso nos toco un montón. En cambio, Charly desde chico ya tenía el tango y el folklore metido en la sangre por la familia. Fue una fusión de personas más que de estilos. Nahuel venia de escuchar Peal Jam y descubrió lo que era una Zamba, yo estaba obsesionado con la fuerza del tango y Charly ya tenía las raíces asimiladas tanto del folk como del rock nacional. 
Las influencias son infinitas. Somos gente muy melómana. Por un lado, podemos encontrarnos con un disco como Led Zeppelin ll y al lado Quarteto novo. En cierto modo, los mutantes tenemos esa consigna: tocamos rock, tango, jazz, folk de allá y de acá, cumbia, funk. Lo más importante es seguir escuchando música. El día que nos encasillemos en un solo estilo, vamos a dejar de ser los mutantes. 

¿Cómo los trata el público porteño?

Somos de Zarate pero residimos hace 10 años en la City porteña. Hace mas de 2 años que venimos tocando por la Ciudad, tuvimos un primer año con 5 tocadas mínimas por mes, lugar que encontrábamos lo aprovechamos. En un principio, pensamos que este iba a ser un proyecto solo para nuestro disfrute, pero fue todo lo contrario. La idea de hacer música instrumental en formato canción, ha llamado mucho la atención al público porteño y nos han recibido muy bien, lo que nos ha generado una auto exigencia muy grande. En menos de dos años, tenemos más de 100 shows en Buenos Aires, otros tantos por el resto del país, una gira por la Costa de Uruguay de 22 días con 80 tocadas, nuestro primer EP de 4 temas que nos quedó corto al sacarlo y, por ende, nos metimos a grabar nuestro primer disco "El Entrerriano", lanzado en Noviembre del año pasado y actualmente componiendo el próximo.

¿Qué expectativas tienen con respecto a la presentación del 28 de junio en El Sol Hostel?

Disfrute mutuo entre el público y nosotros; que se dé la conexión entre ambos bandos. Si el público lo disfruta nosotros nos prendemos fuego, y principalmente que lo que transmitimos tengo un sentido en la gente. 

¿Qué expectativas tienen como banda a futuro?

En un principio, queremos terminar este año tal cual nos lo hemos propuesto: hacer fechas en lugares más grandes donde la calidad técnica sea mucho mejor y nos dé la posibilidad de hacer mejores shows, girar por fuera de los que es la Capital, presentar "El Entrerriano" la mayor posible, y centrarnos en las nuevas composiciones para el próximo disco, que grabaremos a principio del año que viene. Por otro lado, nos encantaría tener la posibilidad de poder llevar nuestra música al resto de la Latinoamérica y Europa. Y lo más importante: seguir tocando, no importa si estamos delante de dos o tres mil personas. No perder eso de tocar por el simple hecho de disfrutarlo. 



Arbenz y Allende: ¿el mismo error?

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Un día como hoy, hace seis décadas, se producía un golpe de Estado en Guatemala que condenó al olvido al entonces presidente Jacobo Arbenz. Al igual que en el caso chileno, el rol de los Estados Unidos fue crucial para el quiebre del orden democrático. Muchos paralelismos existen entre dos episodios que marcaron a sangre y fuego la historia de América Latina en el siglo XX.  


Por Agustín Ciotti || @agustinc0087 || 27-06-2014


En su edición de junio, la versión argentina del periódico Le Monde Diplomatique incluyó un artículo del periodista guatemalteco Mikael Faujour, a pocos días de cumplirse 60 años del golpe de Estado que acabó con el gobierno reformista de Jacobo Arbenz, en dicho país de América Latina. A más de medio siglo de aquel derrocamiento, perpetrado por el gobierno de los Estados Unidos a través de la Central Intelligence Agency (CIA), el analista destaca que la figura de Arbenz pelea contra viento y marea para evitar ser desterrada por completo de la memoria colectiva del pueblo que gobernó entre 1951 y 1954. En semejante cruzada “anticomunista” mucho tendría que ver, según Faujour, una importante tradición intelectual liberal de gran peso en la vida política guatemalteca, nucleada en la Universidad Francisco Marroquín (UFM).

Jacobo Arbenz Guzmán llegó al poder cuando los hilos de la economía del país eran controlados por la empresa norteamericana agroindustrial –pero también propietaria de los ferrocarriles, los puertos y las redes de telecomunicaciones guatemaltecos- United Fruit Company de Boston. Pese a que no prometió una revolución socialista ni mucho menos, el programa de medidas contemplaba una reforma agraria cuyo alcance rozaba de cerca a los intereses de la firma extranjera. La letra del Decreto 900 Ley de Reforma Agraria confirmaba, sin embargo, que no se trataba de una medida radical. Su artículo 3° estableció, como uno de los objetivos fundamentales, “desarrollar la economía capitalista campesina y la economía capitalista de la agricultura en general”.

Si bien no estaba en los planes de Arbenz aplicar los postulados de la doctrina marxista, los Estados Unidos ya habían tomado nota acerca de la presencia de reconocidos dirigentes comunistas en su gabinete de gobierno. La Casa Blanca había sido testigo del triunfo de Ejército Popular en China, al mando de Mao Tse-Tung, en 1949, y aunque restaban todavía algunos años para que se produjera la Revolución Cubana, en Washington no estaban dispuestos a tolerar la proliferación de regímenes alineados a la Unión Soviética a lo largo y a lo ancho del mundo. Tampoco en América Latina.

Por aquellos años –mediados de los ’50-, el Departamento de Estado norteamericano era comandado por el anticomunista John Foster Dulles. En una serie documental que recorre los años de la Guerra Fría, Alfonso Bauer Paiz, reconocido activista guatemalteco y titular del Banco Nacional Agrario durante el gobierno de Arbenz, comentó: “John Foster Dulles era uno de los abogados de la United Fruit Company. Su hermano Allan era el titular de la CIA, por lo que no tuvieron ningún inconveniente en convencer a su Presidente, que por entonces era un militar, el señor (Dwight) Eisenhower, para que les diera luz verde para derrocar al gobierno de Arbenz”.


La conspiración de la CIA se concretó a través de la operación conocida como PBSUCCESS, que movilizó a sectores descontentos con el régimen y contó con el protagonismo central de la iglesia católica. El 27 de junio de 1954, Arbenz fue destituido y obligado a abandonar el país.

Guatemala y Chile: dos casos similares  

El texto publicado en el Le Monde Diplomatique cita las palabras de Héctor Muilo, un ex guerrillero y ex secretario general del partido Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), entre 2004 y 2013, quien aseguró que uno de los más grandes errores de Arbenz fue “negarse a armar al pueblo para defender la Revolución”. La doctrina de Marx y Engels ha hecho especial hincapié en que sólo mediante la revolución violenta –fundamentada en el carácter irreconciliable de los intereses del proletariado y el capital- se lograría la destrucción del Estado burgués. Partiendo de dicho presupuesto, los teóricos del marxismo han reconocido en la clase obrera la única con el potencial para comandar el proceso de transición de la sociedad capitalista a una socialista, en donde ya no existiría lugar para la división de los individuos en clases, ni un Estado como árbitro y garante de dicha clasificación.

Como observó el politólogo brasileño Emir Sader en su trabajo Las tres estrategias de la izquierda latinoamericana, muchas organizaciones revolucionarias de la región, desde los años ’60, han adoptado el método de la guerra de guerrillas como estrategia de lucha por el poder. El caso cubano, en 1959, resultó fundacional, pero experiencias similares se repitieron en Nicaragua –con el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN)-, Argentina –con organizaciones como Montoneros o Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP)-, Colombia –con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC)-, Uruguay –con el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T)-, entre otros países.

En Chile, sin embargo, se produjo en 1970 un fenómeno excepcional: el triunfo electoral de Salvador Allende, liderando la coalición centroizquierdista Unidad Popular, inauguraba un régimen cuyas características lo emparentaban con experiencias pertenecientes al período inmediatamente anterior al de la guerra de guerrillas en Latinoamérica, que Sader describió como de “estrategias de reformas democráticas”. Es decir que, en pleno auge de los conflictos armados en el continente, asumía en Chile un gobierno cuyo programa estaba basado en una alianza estratégica entre la burguesía nacional y la clase trabajadora, como una etapa de transición al socialismo, a partir de un vigoroso desarrollo industrial tendiente a la sustitución de importaciones.

Pero el carácter conciliador del gobierno de la Unidad Popular no tardaría en exhibir las contradicciones que precipitaron su caída. Hasta el desembarco de Allende en la Casa de la Moneda, el gobierno chileno estaba en manos del Partido Demócrata Cristiano (PDC) con una marcada influencia de los Estados Unidos a través del programa de ayuda financiera Alianza para el Progreso. Una vez en el poder, el nuevo gobierno, surgido de las elecciones del 4 de septiembre de 1970, avanzó en medidas centrales para el rumbo de la economía, como la nacionalización de la producción de cobre, el principal recurso del país para la obtención de divisas provenientes del comercio exterior. No obstante, muchos han sido los analistas de izquierda que señalaron el alcance parcial de aquella expropiación.

Tras el fracaso de la oposición en los comicios parlamentarios de marzo de 1973, los sectores conservadores comprendieron que les sería imposible retomar el mando mediante los mecanismos democráticos. A pesar de ello, la alianza de derecha Confederación de la Democracia (CODE) contaba con una mayoría ajustada como para concretar un boicot legislativo que incluyó bloqueos a las iniciativas presentadas por la Unidad Popular y hasta maniobras de destitución de miembros del gabinete de Allende. Para ese entonces, el clima de polarización social era cada vez más intenso y amenazaba con desatar un enfrentamiento civil.

En uno de sus discursos orientados a denunciar las maniobras conspirativas, Allende aseguró: “Nuestro gobierno no es socialista. Es un gobierno democrático, nacional, popular, revolucionario, que debe abrir el camino al socialismo y la transformación de nuestra sociedad”. El jefe de Estado desnudaba así algo más que la naturaleza reformista de su proyecto: anticipaba que sería incapaz de quebrar el sistema legal consolidado por los regímenes burgueses, a la hora de defender al gobierno frente al levantamiento militar que se iba gestando. En otra de sus apariciones públicas, tras el primer ataque del Ejército a la Moneda, ocurrido el 29 de junio de 1973 –conocido como el “Tanquetazo”-, Allende afirmó que no cerraría el Congreso, a pesar de que la multitud de seguidores que se habían acercado a respaldarlo se lo reclamaban. A esa altura, estaba claro que el Presidente no tomaría ninguna medida que transgrediera el orden legal y pudiera precipitar una guerra interna. 

La edición de septiembre de 2009 del periódico del Partido de la Causa Obrerapublicó un editorial con motivo del cumplimiento del 36° aniversario del golpe encabezado por el general Augusto Pinochet, en el que recordó que “la mañana del 11 de septiembre (de 1973), Allende comunicó a los trabajadores acerca del utimatum dado por los militares para que renuncie. Los trabajadores apostados en las fábricas esperaban instrucciones de la burocrática CUT (Central Única de Trabajadores) (…) que nunca llegaron. Como no hubo órdenes de resistir, llegado el momento del ataque al Palacio de Gobierno, la resistencia (…) fue aislada”.

Poco más de dos meses antes del golpe, el 2 de julio, la Armada realizó en Valparaíso el primero de una serie de allanamientos en busca de armas en las fábricas, con el objetivo de establecer si las bases del movimiento obrero chileno estaban preparando la resistencia. Pocos desconocían ya cuáles eran los verdaderos planes de un sector de las Fuerzas Armadas –instruido por la CIA-, apoyado por sectores corporativos agrupados en el conglomerado norteamericano International Telephone & Telegraph (ITT) y la oposición de derecha.

En su trilogía La batalla de Chile, el cineasta Patricio Guzmán registró algunas entrevistas a vecinos de las barriadas populares de Santiago, indignados porque en los allanamientos en busca de armas incluso habían resultado profanadas muchas de las tumbas situadas en un cementerio de la capital. Frente a la cámara, familias humildes advertían al gobierno que si no les permitían proveerse de armas, les resultaría imposible defenderse.


Redescubriendo Buenos Aires

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Eternautases un grupo de historiadores que, entre otras cosas,  realiza recorridos turísticos por la ciudad destinados al público local. Lucas Rentero, director y fundador de la empresa, nos cuenta más acerca de éste proyecto y del desafío que representa enfrentar a los argentinos con su propia historia.

Por Ana Paula Duré || anapdure@gmail.com || 01-07-2014
Fotos: Marcos Drago || Marcos Drag 


Muchas veces la ciudad en la que vivimos se convierte en algo tan cotidiano y rutinario que perdemos la capacidad de apreciar lo mejor de ella. El grupo de historiadores Eternautas, formado por Lucas Rentero, Ricardo Watson y Gabriel Di Meglio en 1999 tiene paseos por Buenos Aires destinados a turistas extranjeros, pero lo que los diferencia de otras agencias y empresas es que también diseñan recorridos especialmente pensados para aquellos que viven en la ciudad y quieren conocer un poco más de las calles y los barrios que les son tan familiares. Su objetivo no radica solamente en mostrar la belleza arquitectónica de los lugares, sino que se sumergen en las profundidades de la historia argentina para desentrañar hechos y anécdotas que se esconden detrás de ellos, a diferencia de otras metodologías turísticas utilizan “lo que se ve para hablar de lo que no se ve”. Algunos de los recorridos que ofrecen son La París de Sudamérica (caminata por Retiro), Palermo viejo y El otro sur (abarca barrios menos turísticos, como Barracas y Parque Patricios). Además organizan tours por Europa, tienen a su cargo la capacitación de guías en las visitas al Teatro Colón y ya cuentan con dos libros en su haber: Buenos Aires tiene historia: Once itinerarios guiados por la ciudad (Aguilar, 2008), y Buenos Aires de Fiesta. Luces y Sombras del Centenario (Aguilar, 2010).

¿Cómo surgió en su momento la idea de encarar este proyecto?

Nosotros éramos compañeros de la UBA, cursamos juntos toda la carrera de historia. En el último año empezamos a pensar en un proyecto que no sea estrictamente la carrera académica ni dar clases en colegios o la propia universidad. Las ideas que giraban eran hacer un piloto de un programa de tv o de radio, y después fue quedando un grupo más reducido, primero de cuatro y luego de tres que pensamos en trabajar la historia directamente en la calle, haciendo visitas y recorridos por la ciudad. En principio sin ningún tipo de contacto con la cuestión turística, más allá de que quienes terminaban interesándose por los recorridos eran extranjeros. Nos parábamos en la plaza de Mayo e invitábamos a las personas a hacer una pequeña caminata. Después empezamos a ganar confianza y diseñamos algunos recorridos por la ciudad, hicimos un guión y empezamos a promocionarlos, un par de notas periodísticas permitieron que nos conozca más gente y los recorridos de los fines de semana, pensados para los locales, comenzaron a tener público constante. Todo esto hasta la crisis del 2001, en la que la devaluación nos llevó a tener más extranjeros, empezó a crecer el turismo receptivo y algunas de las cosas que hacíamos con el público local empezamos a hacerlas con extranjeros y a trabajar con agencias, ahí fue cuando nos tuvimos que convertir en una empresa, porque hasta el momento éramos solamente un grupo.

¿El proyecto audiovisual que tenían en un principio se concretó en algún momento o quedó truncado?

No. Trabajamos muchos años para Encuentro, pero nunca hicimos lo que hacemos nosotros en la ciudad. Ahí generábamos contenidos para programas de historia. Gabriel Di Meglio, uno de los socios,  terminó siendo la cara del canal en todo lo que respecta a historia. Para Conectar Igualdad también trabajamos haciendo un relevamiento de sitios para generar contenidos tridimensionales para recorrer sitios históricos. Pero nunca como un proyecto propio.

La gente que vive en la ciudad tiene cierta noción de la historia argentina ¿Qué es lo que buscan en los recorridos?

Para nosotros es mejor que tengan esa noción porque uno puede estar dialogando y transmitiendo contenidos un poco más complejos que con los extranjeros. Con los extranjeros hay que explicar procesos que una persona formada en Argentina ya los tiene incorporados. Con los argentinos uno se pone a discutir esta formación, a desmitificar algunas cuestiones que están muy incorporadas, desde cosas muy conceptuales como la idea de nación a cuestiones más puntuales de la historia urbana de Buenos Aires, como desmitificar la idea de que la zona norte fue elegida por la elite porteña como una forma de salir corriendo de la epidemia de fiebre amarilla, hay un montón de esas ideas instaladas que son muy discutibles. Uno mostrando San Telmo y mostrando palacios que se construyeron después de 1871 está rebatiendo muy rápidamente, porque lo están viendo ahí, que la epidemia no provocó un éxodo. Estas son ideas que nosotros proponemos complejizar y ver que ese éxodo no se produce por una epidemia sino por una necesidad de diferenciación social de una clase que quiere separarse del resto de la población, que estaba creciendo vertiginosamente por la gran cantidad de inmigrantes que llegaban y se instalaban en los barrios en los que ellos vivían. Igualmente tampoco hay un abandono total de estos barrios, siempre hay alguna familia de clase alta o un palacio en la zona sur. Esa presentación más sintética del norte de clase alta y el sur de clase popular también es muy discutible. En cuanto uno comienza a contrastar datos históricos y fotos puede tirar abajo algunas de estas ideas que intentan sintetizar la historia de Buenos Aires. En la caminata funciona porque están las cosas ahí, es mucho mas difícil en un libro o una nota periodística porque falta el espacio, para nosotros es fundamental trabajar en el espacio donde sucedieron las cosas,  y donde están los restos o se tomaron las fotografías, el impacto es mucho más fuerte y las personas que participan se predisponen mucho mejor estando en el lugar a los temas. Por ahí en un programa de radio o de tele seria mucho más aburrido.


¿Cuál es la estrategia para encarar la historia desde un lugar que pueda enganchar a la gente y evitar ese aburrimiento?

Ya estar presencialmente en el sitio es muy importante. El hecho de que sea una experiencia física es fundamental. No solamente una experiencia intelectual o de transmisión lineal de contenidos. Pasan cosas en los lugares y uno tiene que estar dispuesto a incorporarlas y trabajarlas con el grupo, y también el grupo participa mucho. En el momento en que escribimos el primer libro ya habíamos hecho muchas salidas, por lo tanto cuando tuvimos que reescribirlas, mucho de ese material fue transmitido por participantes de las caminatas. A priori las caminatas no tenían ese contenido y charlando en el lugar con las personas comparten ideas, y luego uno tienen que ver si ese dato es o no fehaciente y contrastarlo, y si es fehaciente lo incorpora al guión futuro. Ese trabajo en la calle hace que se vayan modificando los recorridos a partir de la participación de las personas. Y a las personas les gusta participar.
Ahí lo que tiene que manejar el guía es que todo el grupo sienta que está participando, porque a veces pasa que participa uno solo y eso al grupo no le gusta. El guía no tiene problema, pero si siempre está hablando la misma persona lo empiezan a mirar mal y uno tiene que cortar para que no lo linchen. Pero el hecho de trabajar en los espacios es la característica que más nos interesa, y por la cual empezamos a trabajar y lo que nos sigue manteniendo motivados con el trabajo. Por otro lado siempre nos intereso mucho trabajar los espacios de los sectores populares y las luchas gremiales, además de tener los contenidos mas clásicos de una guiada tratamos de incorporar temas que por ahí no están necesariamente reflejados en una arquitectura.

En la ciudad de Buenos Aires hay barrios como Balvanera o Boedo que tienen un gran patrimonio cultural pero poca explotación turística. ¿Crees que podrían tener más?

Es difícil porque, en el caso de Balvanera, tiene un patrimonio arquitectónico impresionante, pero es muy difícil trabajar ahí, porque la función vital de los comercios lo hace imposible. Quizás se podría hacer un recorrido de fin de semana, pero también la ausencia del movimiento de los comercios está presente en la basura, en las persianas bajas, y la imagen de alguna forma es antiturística. Está planeado hacer una caminata por Balvanera, que nunca hemos hecho, pero con el público local que puede entender esto y quizás no está en búsqueda de una experiencia turística con un paisaje precioso que le pueda refregar en la cara a otro a través de Instagram y ese tipo de cosas, que en este caso costarían un poco más. Es complicado porque a nivel turístico un poco se construye el paisaje y se va replicando, para que un barrio como Balvanera genere eso debería cambiar la actividad comercial, debería estar orientada hacia eso como  pasa en Palermo. Originalmente ahí había distribuidoras textiles, galpones y funcionaban depósitos hasta que el barrio empezó a mutar y se transformó  en un barrio relativamente caro, con comercios y propuestas para una burguesía bien establecida. Palermo hizo esa transformación que creo que Balvanera no va a poder hacer porque la densidad es mucho más alta y la actividad es viva. En Palermo había muerto la función económica del barrio y adquirió otras nuevas entre las cuales está el turismo. Con Boedo pasa algo similar, pero hay algunos otros barrios de la zona sur como San Telmo y Barracas que se han "palermizado".


Witold Gombrowicz a lo porteño

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“Los que estamos en la organización no dejamos de hablar de la paradoja gombrowicziana” afirma Nicolás Hochman, uno de los organizadores del primer encuentro -a desarrollarse en agosto próximo- sobre el escritor polaco que vivió en nuestro país a mediados del siglo pasado. En esta entrevista, recorremos la figura de “Witoldo” como autor y protagonista de un transgresión constante tanto en la literatura como en la vida.

Por Víctor Torres || vtvictor9@gmail.com || 01-07-2014


¿Por qué hacer un congreso sobre Witold Gombrowicz? ¿Cuáles son los objetivos?

El congreso empezó como algo muy chiquito, muy humilde, nacido de las ganas de hacer algo con este escritor tan enigmático. Y de a poco la cosa fue creciendo, y se armó una bola de nieve enorme que me parece tiene que ver justamente con su nombre, con su obra, con su experiencia. Los que estamos en la organización no dejamos de hablar de la paradoja gombrowicziana más grande: el tipo escribía para la juventud, para la posteridad, detestaba a los círculos literarios (decía que si iba por la calle y veía a un escritor, cruzaba de vereda). Y vos hoy salís a la calle y le preguntás a cualquier transeúnte (¡a cualquier joven!) si sabe quién fue Witold Gombrowicz, si oyó hablar alguna vez de él, y las chances de que te diga que sí son mínimas.
A Gombrowicz lo conocen los escritores, algunos de los que pasan por la universidad, los que están insertos en ciertos grupos culturales, y pará de contar.
Y un poco el congreso encuentra ahí su fundamento más importante. Este año se cumplen 75 de que este antihéroe de las pampas llegara al puerto de Buenos Aires, y eso nos parece una excusa fantástica para recuperar su obra, sus palabras, sus provocaciones, para volver a pensar sobre lo que dice. Y sobre todo: para que los que no lo leyeron se acerquen a él.

¿Qué importancia tiene el autor polaco para la literatura argentina? ¿Por qué?

Probablemente haya pocos autores tan vigentes como Gombrowicz hoy en Argentina. Básicamente porque la posición de outsider, de exiliado, que él eligió (y que le trajo infinitos problemas y satisfacciones), le permitió despacharse contra todos de una manera muy libre. Le pegó a la derecha, a la izquierda, a la Iglesia, a los gobiernos, a la clase media, a los intelectuales, a los escritores, a los artistas, a los viejos y a los jóvenes. No quedó nadie a salvo. Y esas provocaciones, además de ser un excelente argumento de venta de su propia obra como algo interesante y divertido, encierran una serie de reflexiones terriblemente inteligentes y dolorosas.
Gombrowicz es uno de los padres de la literatura existencialista del siglo XX (escribió Ferdydurke antes de que Sartre publicara La náusea), pero no era existencialista. Apalea al régimen fascista y al modelo liberal, pero cuando está adelante de gente como Santucho se hace llamar Conde. Habla en contra de las formas y su vida se basa en escribir manifiestos que sostienen esa posición, sin poder escaparse nunca de ellas. Tiene una vida sexual activa y desenfrenada como pocos, con amoríos de una sola noche con marineros, putas, muchachitos porteños, gente del interior, algunas señoritas… Pero al final de su vida se establece, se casa en Francia con una estudiante canadiense, se compra una casa, un coche y un perrito. Se queja de su pobreza extrema y de tener que vivir en pensiones, o de dormir en el piso, y se va de vacaciones casi todos los años.
Y es precisamente en esas contradicciones, tan humanas, que Gombrowicz construye un tejido literario e intelectual admirable, que permite reflexionar sobre el siglo XXI y sus actores desde una perspectiva totalmente renovadora. Y con sentido del humor.

Muchos escritores extranjeros vinieron a nuestro país y por distintos motivos decidieron vivir aquí muchos años. Tal es el caso de Witoldo pero también de Paul Groussac, entre otros. ¿Crees que hay algo, social o cultural, que inspira a estos intelectuales a quedarse?

Me parece que sí, que hay algo fuerte en Buenos Aires, pero a la vez creo que Gombrowicz se queda por los motivos opuestos a la de la mayoría de toda esta larga tradición de escritores que se instalan acá, sobre todo los que venían bancados por Victoria Ocampo.
Lo que quiero decir es que muchos encuentran en Buenos Aires una ciudad Europea pero fuera de contexto, donde la sociedad los reverencia por el sólo hecho de ser franceses, por ejemplo. Vienen, disfrutan los placeres de la pampa, los agasajan, viven la experiencia con exotismo, y después se va.
Con Gombrowicz la cosa no es tan así, porque cuando el tipo llega en 1939 no habla español, no conoce a nadie (y nadie lo conoce), llega con muy poca plata encima. Si en Polonia proviene de una familia de estancieros acomodados y su nombre empezó a ser conocido en los círculos literarios, en Buenos Aires no es nadie. Y cuando tiene la posibilidad de posicionarse como estos otros artistas e intelectuales que llegan en esa época, hace todo lo posible por correrse de ese lugar. Insulta a sus potenciales benefactores a través de gestos, de pequeños actos.
¿Por qué? Bueno, seguramente porque también así se construyen las identidades. O porque justamente necesitaba despojarse de todo eso que lo condicionaba y necesitaba instalarse en un lugar donde se sintiera miserable para poder crear. Un poco masoquista, pero cada uno goza como puede. Es muy sintomático que en lugar de frecuentar salones literarios, a la noche saliera a pasear por el puerto, por Retiro. Es como si necesitara caer en lo más bajo para poder ser quien quiere ser. Para crearse como personaje, como autor. Y después de casi veinticuatro años, cuando vuelve a Europa (primero Alemania y después Francia, pero nunca más a Polonia), la pasa mal en serio. Es curioso: ahí lo becan, lo premian, empieza a ganar plata. Pero lo agobian las enfermedades y extraña Buenos Aires. Amenaza con volver en cada carta que escribe, pero no lo hace. Y se muere allá, lejos de lo que él llama la Patria, que es Argentina.


¿A quiénes está destinado el congreso y qué personalidades de la cultura van a exponer?

El congreso está abierto a cualquiera que quiera participar y no hay ningún tipo de restricción. Todo lo contrario: lo que nosotros queremos es que sea un evento plural, heterodoxo, donde se mezclen los públicos, los intereses, las miradas. Si bien lo que concierne a las exposiciones ya está cerrado, por temas de tiempos, están todos invitados a asistir, escuchar, ver, opinar. Y si la señal de Internet los nos lo permite, vamos a transmitir en vivo y en directo todas las actividades, que además van a ser grabadas en HD para ser subidas a la web.
Las actividades en la Biblioteca Nacional son todas con ingreso libre y gratuito y no requieren ningún tipo de inscripción previa, a menos que los participantes quieran un certificado de asistencia.
En cuanto a los participantes, son un montón, cerca de cincuenta. De afuera, por ejemplo, vienen dos de los especialistas más importantes, que son Jerzy Jarzębski y Klementyna Suchanow. Ellos editaron y curaron Kronos, un libro de Gombrowicz que recién se publicó el año pasado en polaco (sin traducir a ninguna otra lengua), que era un secreto absoluto de su viuda, Rita. Vienen varios investigadores de Polonia, Alemania, Austria, Francia, Bulgaria, Bélgica, España, estados Unidos, México, Brasil, Uruguay y Japón. Van a estar presentes amigos de Gombrowicz, y varios escritores de acá: Germán García, Martín Kohan, Guillermo Martínez, María Rosa Lojo, Gustavo Ferreyra, Fernanda García Lao, entre otros. Y personas del mundo del teatro.

¿Dónde y cuándo se van a desarrollar los encuentros? ¿Cómo participar del congreso?

El evento va a ser entre el 7 y el 10 de agosto de este año, y tiene muchas aristas. En la Biblioteca Nacional va a haber conferencias, mesas de debate y exposiciones. Ahí mismo vamos colgar una muestra en la que 40 artistas plásticos exponen ilustraciones originales sobre textos de Gombrowicz. Y es precisamente con esas imágenes que estamos preparando un libro muy lindo, con un papel de excelente calidad, todo color, que la gente puede conseguir desde acá.
Subimos el proyecto a idea.me (que es un sistema de economía colaborativa) porque creemos que es la mejor manera de financiar la impresión. Peso a peso, día a día, de boca en boca. Como estamos con la opción “a todo o nada”, necesitamos juntar esa plata para que el libro se haga realidad, y estamos convencidos de que va a funcionar.
El congreso tiene además otras actividades que para nosotros son fundamentales, pensando en hacer un evento gombrowicziano en serio. O sea: múltiple, variado, entretenido, con color, que salga a la calle. Por eso va a haber también un pequeño ciclo de teatro, con obras y performances y, para cerrar, estamos filando un documental acerca de cómo se lee a Gombrowicz hoy, en el que participan algunos de los especialistas más importantes, amigos del autor, y gente que lo lee actualmente: dramaturgos, escritores, pibes de 17 años.
Vamos a hacer también un City Tour por la Ruta Gombrowicz, donde la idea es recorrer los principales lugares por los que pasó en Buenos Aires: Retiro, el puerto, la costanera, los bares de Corrientes, las pensiones en San Telmo y Bacacay, sus lugares de trabajo, la librería donde dio la conferencia “Contra la poesía”, etcétera.

Para todos los que quieran saber más del evento pueden encontrar más información en www.congresogombrowicz.com, en Facebook (Congreso Gombrowicz) y en Twitter: @congresoWG.


Cerdos y porteños: periodismo y cultura under en los años ochenta

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El libro publicado por el periodista, escritor y docente Osvaldo Baigorria bajo el título Cerdos y porteños compila doce artículos escritos durante 1984 y 1987 para las revistas El Porteño y Cerdos y Peces. Sus notas reúnen la esencia del periodismo de los ochenta cargado de bohemia, coqueteos con temáticas sexuales y lisérgicas y ansias libertarias.

Por Pablo Díaz Marenghi || @pablodiaz91 || 02-07-2014


Cerdos y porteños
de Osvaldo Baigorria
Editorial: Blatt & Ríos
140 páginas | $150

El periodismo vive en estado de alerta permanente. Cambios coyunturales, tecnologías hiperdesarrolladas que lo influyen; digitalizaciones que lo alteran, lo potencian, lo deforman. Poderes económicos y políticos que lo condicionan, lo alientan o lo censuran. En tiempos en dónde algunos opinólogos pronostican el “fin del periodismo” -producto de las cada vez más difusas fronteras entre periodistas, lectores y fuentes- en donde la web emerge como amenaza dentro de las anquilosadas redacciones tradicionales y hasta se discute el rol de los propios integrantes de la prensa, la reflexión sobre la propia práctica se vuelve imprescindible. En este contexto, se editó recientemente una antología de artículos publicados por Osvaldo Baigorria en las revistas El Porteño y Cerdos y Peces durante 1984 y 1987.

¿Qué sentido tiene releer notas escritas hace casi 30 años en una época de constantes transformaciones? Repensar una época, dimensionar la mirada de un cronista joven y con ansias de contar un mundo, resucitar un pasado que se actualiza y sigue vigente: lisergia colectiva, pulsiones libertarias, perversiones sexuales, drogas y marginalidad pueblan las crónicas de Baigorria en una antología que merece ser leída, discutida y analizada.

Cerdos y Porteños (Blatt & Ríos) reúne doce artículos –inclasificables en su mayoría, híbridos entre ensayo, crónica e investigación- redactados por Baigorria con premura, pocas horas de sueño, sacrificio y con las monedas justas en el bolsillo, según cuenta en la Introducción. Corrían épocas de alfonsinismo, inflación galopante y planes australes. Sin embargo, en palabras del propio autor: “Había otros motivos más allá del ‘ganarse la vida’: había que ganar la calle, la cultura, la transición desde la dictadura hacia una libertad que no merecía que se diera un sólo paso atrás”. Los medios en dónde el periodista –hoy también docente de la Universidad de Buenos Aires- colaboraba como freelance estaban cargados de ideas frescas que terminaron influenciando al periodismo argentino. El Porteño, según lo describe Baigorria, se basaba en el “nuevo periodismo, crónicas, investigaciones, que aprovechaban o forzaban el corrimiento de la apertura política”. Cerdos y Peces, con el peculiar Enrique Symns a la cabeza, “fue un largo paso más allá” cuenta: “Salió a forzar los límites del tímido destape cultural y sexual argentino de una manera extrema”. Allí, en ese mundo; con esas ansias de renovar medios gráficos paquidérmicos y enmohecidos, se enmarcaron las colaboraciones de Baigorria hoy revisitadas a través del arte de la compilación.

Uno de los aportes fundamentales que implica el rescate de estos textos –escritos en caliente, con el apremio del colaborador esporádico y los ochentas como marco histórico- es la reflexión acerca de la mirada: el ojo del cronista escudriñando en los detalles que al grueso de la masa se le escapan. Esos detalles sucios, manchados, salpicados con fluidos corporales, mal olor embeben las líneas que Baigorria escribe y así desfilan personajes como prostitutas, activistas libertarios devenidos en asesores de Wall Street, jóvenes estadounidenses obnubilados por la lisergia de “Los Sixties”, padecientes de enfermedades venéreas.

En medio de estos testimonios y datos relevados sin ayuda de Internet –con la curiosidad periodística como principal estandarte- se cuela todo el tiempo la reflexión propia del redactor. Su mirada no consiste solamente en una mera descripción sino que también provee al lector de una interpretación; una reflexión respecto a estos fenómenos que vienen a perturbar a las cómodas subjetividades de los ochenta y que aún hoy pueden resultar incómodos para las mentas más herméticas. Así en “Perforando la belleza” Baigorria describe la práctica sexual de introducir el pene en un agujero para que este sea succionado, masajeado y manipulado a gusto y piacere de quién lo desee. En “Feminismo y Pornografía” reproduce charlas con militantes feministas y con la prostituta que comenzó a sentar las bases de la primera Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina –Ruth Kelly-. El cronista se topa con rituales border plagados de pis, mierda, pus, escupitajos y botellas rotas en “Metafísica del Asco” y narra su experiencia como expositor en un Congreso de anarquismo y teoría libertaria en “Los anarquistas van al convento”. También incluye un diálogo con el poeta, antropólogo y amigo personal Néstor Perlongher en donde debaten cuestiones sobre homosexualidad, represión, política y teoría de los cuerpos.

Ese anhelo de liberación, el impulso a romper las cadenas que la Dictadura Militar había anudado con tanta ferocidad a las conciencias de los argentinos, está presente en cada nota de Baigorria –son una expresión en carne viva de dicho sentimiento- y funcionan como disparadores para pensar que cambió de aquel pasado del terror y la censura y que permanece hasta hoy. Estas crónicas permiten pausar el vértigo de las mutaciones periodísticas por un instante, detenerse a recordar una época cargada de anhelos y utopías de liberación. Dejarse contagiar por esas ansias de poner a las estructuras patas para arriba que serán herramientas fundamentales en tiempos de certezas efímeras. 

Retrato

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“Yo quería saber más aunque me resultara demasiado confuso y me sintiera fotografiado aún sin que ella sacara su cámara Canon Eos 7d con ese lente que se estira y se retrae como un falo.” Un texto ficcional de nuestro ya habitual redactor Giovanny Jaramillo Rojas que, en esta ocasión, indaga sobre una verborrágica fotógrafa.


Por Giovanny Jaramillo Rojas || sincompliques@hotmail.com|| 04-07-2014
Fotografía: Romina Cartaginese || Romi Cartaginese Fotografía


Ella ostenta la felicidad de ser nadie y a la vez alguien que toma fotos. Todos sus amigos son pescadores, camareros, vagamundos, jóvenes drogadictos y borrachos y soñadores irremediables (todos, básicamente todos, personajes sentenciados a muerte) o, como afirma ella: seres ajustados por la famosa escuela de la vida, que lo que mejor sabe enseñar es a tener el valor de enfrentar el azar, haciéndole saber previamente a su víctima que va a ser derrotado, y que la única opción real y uniforme es la lucha; con el fracaso como punto de partida y llegada.

En una ocasión me preguntó ¿Cuál es el único destino que se derrumba sin que nadie lo mire? Y bueno, mi perplejidad ante semejante pregunta que abarcaba todo y nada al mismo tiempo no supo replicar con elegancia, sino con ingenua cursilería barata: el del amor. Le dije. A lo que ella respondió: sabe que si, el amor se ha vuelto un producto más del mercado: algo que es encantador, valeroso y admirado, pero irremediablemente fútil…

Cuando ella se ponía a hablar solía desencajar sus mandíbulas con prosaicas retahílas inagotables sobre la soledad a la que su vida estaba abocada. Aquella tarde terminó hablando de los síntomas de su aislamiento: que se repetía en el laberinto diario, ascendiendo y descendiendo a través de los millones de monólogos interiores y los ritmos polifónicos que ella encontraba en cada persona engendrada por la calle, y que se resumían en barullos de imágenes voyeristas, y por ello, esencialmente lastimosas. Es muy fotógrafa –pensé yo en atento silencio-. Arguyó que a este fenómeno se debía su pasión fotográfica, -rápida confirmación de mi intuición-, puesto que era la única herramienta que le era idónea para narrar la desolación cotidiana. Mi fotografía –prosiguió- configura la depravada imaginación del mundo, y mis lentes están especializados en captar lo más íntimo del mismo… ¿Que qué era? –pregunté- a lo que ella respondió con una sagacidad sensacional: aquello que con su fugacidad se hace casi inexistente, pero que con su latencia conforma las lógicas de los instantes, o sus respectivas prosas, sus respectivas prosas, sus respectivas prosas, afirmó tres veces después de breves silencios y miradas perdidas sobre el horizonte de cemento. Eso sí, ella aclaró que se esmeraba porque sus imágenes tuvieran el poder de cumplir un rol ilegal capaz de dotar de goce al observador siempre y cuando fuera explícita y tajante la exposición del suplicio ajeno, sin importar su naturaleza mórbida, teatral o carnavalesca, ya que de lo que se trata es de generar en el espectador la posibilidad de no verse allí ni como autor ni como actor de la escena, pero sí como factor contingente o elemento integrante de esa realidad registrada. Terminó diciendo que a las personas, en general, les gustaba ver la celeridad del sufrimiento ajeno, porque eso las ponía ante un espejo que les decía: Hay gente que la pasa peor que usted en el mundo, y eso, según ella, gestaba cierto tipo de liberación que ayudaba a la gente a seguir con el día a día bien abrazada a su frustración.

¿Abanderaba su fotografía la pornomiseria? ¿Por qué sus temas fotográficos eran gentes y no temas? ¿Era la gente un tema? Yo quería saber más aunque me resultara demasiado confuso y me sintiera fotografiado aún sin que ella sacara su cámara Canon Eos 7d con ese lente que se estira y se retrae como un falo.

Al día siguiente la volví a ver en Parque Lezama, no por casualidad, sino porque así lo habiamos decidido. Ante mis preguntas empezó a hablar: mi soledad más intestina fue originada por la sombra que me arroja esta ciudad con sus promesas de vaciadas e insustanciales liberaciones y es por esta razón que quiero ayudar en la liberación de los demás. Y entró en un soliloquio: ciudades que disponen eróticamente de su propio lema: sin tablas ni salva vidas, naufragamos, haciendo aguas por los cuatro costados; alardeamos memoriosamente nuestros propios griteríos: "sálvese quien pueda", “esto es mío”, “que lo hagan otros”. Con sus palabras me mostró su cara más amable, la que sonreía todo el tiempo “con la ironía de lujo que se reserva para algunas ocasionesbásicamente fotografiables”. Sin embargo, para creerle sentía que debía esperar el amanecer, ya que esa era la única hora que ella me había dado para preguntar. Difícilmente se puede disponer del tiempo como si se fuera libre. A veces es mejor irse enseguida y no pensar. Creo que en el fondo ella intuye una verdad sobre sus personajes y se siente como en el aire descubriéndola, como si tuviera un insomnio redentor y fuera la presbítera de una asombrosa realidad que hace mucho había dejado de exigirle tensiones transitorias, tensiones que de un momento a otro tendrían que terminar por ser fotografiadas para su historia, tensiones como la mía. Le dije que me sentía como en una sala de espera, pero que no sabía qué esperaba exactamente. ¿Así que usted también está de espera? -Me dijo- ya ve, no es el primero, parece que eso da trabajo.

No dormí aquella noche pensando en mi espera, en mi soledad, en la soledad de ella, en la del mundo, y ya sobre el inicio formal de la mañana me acordé de Dios y de mi antigua esperanza de que acaso existiera. Me ví igual de inmutable, como recostado sobre el sigilo del aguardo, como si estuviera siendo mirado. Me pareció que ni ese hoy ni ese ayer habían pasado y que mi pensamiento era sostenido por una insulsa curiosidad por ver desaparecer el después. Intuí que yo era su nuevo amigo: el escritor, que había ingresado a su vitrina fotográfica y que uno debe tener mucho cuidado con las tapas, porque ellas nunca pueden abrirse desde adentro: no vaya y sea que uno termine siendo un simple retrato.

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