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Las mujeres al frente

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Dos espectáculos sobre la lucha por los derechos de las mujeres. Diametralmente opuestos en tiempo y espacio pero contundentes en la revalorización del género y con el énfasis puesto en la reflexión. Pinedas tejen lirios y Wake up, woman.

Por Natalia Gauna || @NatCatPop || 03-04-2014


Con siglos de diferencia entre una y otra, una histórica y otra anónima. Las mujeres son las protagonistas en la escena teatral que recupera la historia y la cotidianidad de la vida de aquellas apasionadas, pero sometidas a la injusticia, la violencia y el dolor. Los años pasaron, la lucha también, pero resabios han quedado. Si antes fue Mariana Pineda, hoy es Natalia.

PINEDAS TEJEN LIRIOS

Elenco: Arantza Alonso,  Laura Lebedinsky y  Ariel Pérez de María 
Dramaturgia y dirección: Susana Hornos y Zaida Rico
Funciones: Domingos a las 19hs. Teatro El extranjero | Valentín Gómez 3378 | Abasto
Localidades: $100 | Estudiantes y jubilados: $70 

Tres actores en escenas reciben a un público que,  con más o menos detalle, conoce la historia que allí se contará. Si bien la historia no ha sido generosa con ella, Mariana Pineda es una mujer que trascendió por su espíritu de lucha por los derechos de la mujer. A los 26 años es sometida a un juicio que la encuentra culpable por manifestarse contra el régimen absolutista del  rey Fernando VII. Pero lo cierto es que Pineda sólo había bordado una bandera que decía “Libertad, Igualdad y Ley”. Demasiado “acto de rebeldía” para un mundo machista y poderoso que la creyó merecedora del peor de los castigos: la muerte. El 26 de mayo de 1861, esta joven mujer fue ejecutada en el garrote vil.

La injusticia la sumió en vida, quizás también tras su muerte ya que es un personaje histórico que no es tenido en cuenta en los niveles de la educación formal, por lo menos, en Argentina. Porque lo cierto es que Mariana Pineda es una de las mujeres hito de la historia universal, que perdura hasta la guerra civil española. Pero si la historia está en deuda con ella, el teatro la ha revalorizado. Federico García Lorca dedica a esta joven luchadora una de sus obras más representativas de la primera etapa de su dramaturgia. En 1926, este escritor español da vida en el escenario a este místico personaje.

Casi un siglo después, la figura de Pineda continúa despertando el interés de los artistas. Su voz es recuperada en la piel de Arantza Alonso, quien con dulzura y valentía compone un personaje sólido, reafirmado en la movilidad corpórea de una actriz que sabe cómo contener la pasión y el dolor en cada expresión. La protagonista no está sola: Laura Lebedinsky y Ariel Pérez de María acompañan a la actriz suministrando los elementos necesarios para recrear la crueldad de la España de fines del siglo pasado. Ellos encarnan a todos los personajes importantes en la vida de Pineda -como su amiga, Petra y el juez, Pedraza quien chantajeó a la joven para procurar mantenerla a salvo-.

Susana Hornos y Zaida Rico, directoras de este espectáculo, aciertan en crear una puesta en escena despojada de elementos escenográficos, sólo los meramente necesarios, de modo que es el cuerpo de los actores y sus posibilidades los que recrean la atmosfera que requiere cada escena. Así un cuerpo es personaje pero también el elemento opresor, la celda o el garrote vil. También es el cuerpo que ama, que se libera, que se eleva en el viento y en la historia. Un hallazgo de la labor direccional de estas dos mujeres –aquí, el género, una vez más reafirmado-.

Granada está presente en Pinedas tejen lirios. En su atmosfera, en el olor y en los sonidos. La musicalización transporta a los espectadores a la España del 1800 mientras que los actores cantan y bailan con un ritmo que recuerda a la zarzuela. Así, la belleza geográfica está presente en un contexto de suma crueldad. La ambivalencia de la escena es sublime. Somete, muere y renace a cada uno de los allí presentes y en todo momento. La propuesta de Hornos y Rico es esencialmente poética, es una melodía que suena romántica, justa y poderosa desde que comienza hasta que termina.


WAKE UP, WOMAN

Elenco: Natalia Pascale- Sebastián García.
Dramaturgia y Dirección: Jorge Acebo
Funciones: Sábados a las 21hs. Puentes Amarillos Club de arte | Libertad 1230 | Recoleta
Localidades: $80 | Estudiantes y jubilados: $60


En la misma lógica de las mujeres como protagonistas de la historia, se narra la vida de una anónima que, como muchas otras, se encuentra sometida a la violencia física y psicológica por parte de un hombre. El problema en el cual nos sumerge la propuesta escénica de Jorge Acebo tiene nombre: violencia de género. Y aunque, hoy en día, hablar de esta problemática sea moneda corriente, las estadísticas indican que todavía hay mucho camino por recorrer. La apuesta de este director de teatro es compleja y difícil pero no resulta una sorpresa ya que –quienes seguimos su trabajo- sabemos que Acebo asumió, en otros espectáculos, el riesgo de llevar a escena textos de gran sensibilidad social.

Natalia y Federico se conocen. Se enamoran. Se casan. Conviven y comienzan a vivenciar algunas dificultades. Esas se convierten en peleas diarias y como una violencia generalizada que invade ese espacio compartido, de modo que escapar parece ser la única resolución. Pero no es tan sencillo. Ella es sometida a la violencia, primero verbal y luego física. Una serie de golpizas la degradan, la convierten en la persona que supo ser, pero que lejos está de la felicidad y de la integridad. En la sumisión constante y en la ausencia de ayuda, resulta imposible que Natalia pueda salir ilesa de ese universo de suma crueldad. La tragedia está ahí, se mantiene en vilo, esperando que llegue su hora ante los ojos tapados del resto de las personas que no ven, no escuchan y, menos aun, dicen y denuncian. Una problemática que no escapa a nadie, de la que todos alguna vez, cerca o lejos, escuchamos hablar. La pregunta latente es ¿qué hacemos? O ¿Qué dejamos de hacer? Visibilizar un mal que -en concordancia con el espectáculo mencionado anteriormente- no es de época sino más bien universal, no está de más. Acebo apuesta, arriesga y sale fortuito. Tanto es así que su propuesta ha sido declarada de Interés social y cultural por la Legislatura porteña de la Ciudad de Buenos Aires.

Sin embargo, la complejidad no sólo se evidencia en su temática sino también en el modo de hacer, cómo contar, con qué elementos teatrales cuenta el director para conmover dentro de un género ficcional en el que el artefacto se asoma constantemente. Es decir, cómo mostrar la sangre sin la sangre, sin los efectos especiales que permiten otras artes, cómo recrear el golpe sin el golpe, cómo evidenciar la crueldad que supera a la ficción. Acebo suele enfrentarse a este dilema y lo resuelve, a veces con acierto y otras no tanto. Si algo permite el teatro es crear aquello que no está, el simbolismo es uno de los elementos –por denominarlo de alguna manera- que supera la mera reproducción de la realidad. Por ello, la violencia y la crueldad aparecen de manera magistral cuando los actores vivencian en su cuerpo estos sentimientos a través de la danza, del movimiento coreografiado. No se necesita nada más para oír el grito desgarrador de un alma en pena y un cuerpo que padece. Sin embargo, el espectáculo pierde cuando el director olvida estos elementos simbólicos para acercarse al realismo, sometiendo a los actores a una serie de marcaciones que aunque sostienen resultan forzadas. La búsqueda de realismo produce el efecto contrario, la aparición del artefacto teatral, de la mentira.

Wake Up, woman es una propuesta dura, difícil de transitar pero sumamente necesaria. No sólo en su temática sino también en su estética teatral ya que condensa, somete y, por qué no, libera. El espectador deja de ser pasivo, de mirar para otro lado, para estar ahí, presente sin poder escaparse y hacer como que aquí no pasa nada.

Con la historia aprendimos, nos equivocamos y volvimos a aprender pero no hemos aun alcanzado a hablarlo todo y menos aun, a solucionarlo porque todavía hay tanto Marianas como Natalias.  El teatro, una vez más, demuestra su rol social, su preponderancia y la posibilidad de desocultar.



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