El sexo juega un rol fundamental en la vida cotidiana de las personas. ¿Es natural el discurso de lo sexual que tiene nuestra sociedad? Existen mecanismos artificiales que hacen que la sexualidad sea un tema tabú, un entretenimiento y una forma de experimentación; todo en el mismo combo.
Por Luciano Sáliche || @LucianoSáliche || 01-02-2013
Partamos de la base que todo es cultural. La palabra cultura implica que exista una transformación de la naturaleza por el hombre. Pero si hilamos fino podemos decir que la visión que tenemos de un objeto no es el objeto en sí, sino una apreciación subjetiva de él. Eso, podríamos afirmar, es también cultura. Por lo tanto, la práctica sexual humana y natural es estrictamente cultural. La visión del sexo que tenemos varía según la época, según el género, según la clase social, según el sistema vigente y según el rango etéreo.
Fueron varios los factores que hicieron que en el siglo pasado se produjera una revolución sexual: el descubrimiento de métodos anticonceptivos, la lucha del feminismo, los movimientos sociales de protesta, la incansable lucha de los homosexuales y la modernización de la industria del entretenimiento. Todo ésto dio lugar a que nos adentremos en el siglo XXI con una sexualidad más híbrida, más liberada, aunque también más expuesta.
El arte siempre ha tenido a la sexualidad como una de sus principales armas de transgresión. El arte erótico más que una corriente es una temática abordada por las diferentes disciplinas del arte que nada por los amplios océanos de la sensualidad.
¿Por qué el arte, cuando alude a la sexualidad, transgrede? Es aquí cuando volvemos a afirmar que todo es cultural. Toda visión de mundo presenta grietas, lugares difíciles de abordar porque las tradiciones que se transmitieron fueron quedando obsoletas con respecto a ciertos temas. Occidente fue colonizado por un relato, una forma de entender a la sexualidad. El catolicismo tenía como uno de sus pilares a la familia. Ésta implica muchísimos puntos a tratar: la fidelidad del matrimonio, la separación de lo privado y lo público, la forma de reproducción sexual, los sujetos de la sexualidad, la dominación patriarcal, la crianza de los hijos, etc. En fin, todo ésto hace que a la hora de hablar de sexo todo se reduzca a tabúes
La variación actual que presenta el sistema capitalista tiende a encontrar el rédito económico a todo. Es aquí donde entendemos que, claramente, el hecho de que la sexualidad sea un tabú le permite generar una millonaria ganancia a la industria del entretenimiento. No sólo a la industria del porno sino también a las revistas que cuelgan en los puestos del microcentro, al programa más visto de la TV argentina y a las gigantografías de lencería que saludan a un costado de la autopista.
Aquí podríamos introducir un problema al respecto: ¿qué diferencia existe entre el arte erótico y la pornografía?
La primera diferenciación a establecer es evidente. La pornografía presenta a la vista de todos al acto sexual concreto. No existe una representación del coito, si no que se lo realiza activamente y esa característica es su especificidad. En una película XXX los actores pueden fingir mayor o menor placer, pueden fingir que son enfermeros o escolares, pero lo que no fingen es el acto sexual dado que lo están realizando. En cambio el arte erótico, como todo arte, representa una situación, la manera de representar a la sexualidad es hurgando en el amplio espectro de todo lo que emana erotismo. El arte erótico tiene una clara intención estética de mostrar algo, jugar con la imaginación del espectador, ahondar en su sensibilidad.
La pornografía tiene un objetivo dado que se inserta dentro de la industria del entretenimiento. El objetivo es estimular al espectador, despertar el apetito sexual. La pornografía está asociada directamente al acto masturbatorio de un voyeurista.
La etimología de la palabra erotismo alude al eros, al amor, entendido desde tiempos antiguos como la sexualidad en su más amplia concepción. No implica sólo el acto sexual sino que toma dentro de la amplia gama determinados factores para aludirlo.
Quizás el punto de inflexión es la concepción de los sujetos en la pornografía. Lo que le ha dado basta explosión ha sido la especialización de la industria del entretenimiento. Por lo que llega para cumplir una necesidad de los sujetos en las sociedades modernas. Como ya sabemos, no son necesidades naturales (a lo que refiere necesidad para sobrevivir) sino que traen consigo una reproducción económica en el consumo del producto que hace sostenerse sólo. El sujeto pornográfico es un sujeto en tanto objeto, existe para cumplir un rol, una función. La subjetividad que lo debería hacer único, no existe. En cambio es la subjetividad lo propio del arte erótico ya que al representar la sexualidad implica una relación complementaria con la forma de leerlo, de comprenderlo.
Claro que no es un tema cerrado. La diferenciación entre ambos conceptos no es tan clara dado que aún estamos en una puja discursiva -que no sabemos cómo terminará- donde nuestra sociedad afronta debatiendo temas como el sexismo, la cuestión de género y la cosificación. Exponer divergencias indica la conmoción que genera introducirse en la construcción del discurso de la sexualidad.
Tanto las artes pictóricas como las literarias, las obras se ejecutan en pos de una experimentación del lenguaje a partir de sensaciones de índole sensual. Han metido el dedo en la llaga de una sociedad inestable y prejuiciosa. Nada mejor que algunas obras para poder comprender el fenómeno y la disputa en el lenguaje a la hora de definir a ambos.
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