[ENTREVISTA A RAÚL CASTELLS] El titular del MIJD participó de la convocatoria denominada 8N, la semana pasada, y rechazó las críticas a la clase media que se difundieron desde la Casa Rosada. “Es un sector que también forma parte del pueblo argentino”, respondió.
Por Agustín Ciotti / ciopy_agustin87@hotmail.com / 16-11-2012
Siete días se cumplieron ayer desde el 8N y la postura del gobierno sigue siendo la misma: relativizar la magnitud de la movilización que involucró a multitudes desperdigadas a lo largo y a lo ancho del territorio nacional y reducirla a los sectores económicamente más acomodados. Desde las horas previas a la concentración que tuvo a las redes sociales entre sus principales mediadores, funcionarios kirchneristas e intelectuales cercanos al proyecto político oficial optaron por desconocer el carácter heterogéneo de la protesta y deslegitimar las demandas, argumentando que quienes las formularon ocupan una posición privilegiada en la escala social.
El senador Aníbal Fernández había declarado tres días antes de la marcha que la misma era "un invento de una facción ultraderecha paga" y que su único objetivo era "la defensa de los intereses del Grupo Clarín". El diputado y secretario general de la agrupación La Cámpora, Andrés Larroque, también aportó su propia caracterización de los manifestantes: "Son los que la están pasando bien", aseguró al día siguiente durante un acto oficial. La lista también incluyó al filósofo José Pablo Feinmann, quien supo definir irónicamente al 8N como "una protesta de lujo".
Pero la presencia en el Obelisco -una de las principales sedes de la convocatoria- del líder del Movimiento Independiente de Jubilados y Desocupados (MIJD), Raúl Castells, parece haber echado por tierra aquellas hipótesis. Cuando consultado por Revista Alrededores acerca de los motivos de su participación en la marcha, el dirigente resaltó la importancia de que los ciudadanos "salgan a la calle, más allá de sus ropas y sus idiosincrasias", a defender sus derechos.
¿Usted participó del 8N junto a su organización? ¿Cuáles considera que fueron las principales consignas que se hicieron oír?
Nuestra organización estuvo presente en la jornada, desde Chubut hasta Misiones y por supuesto en Buenos Aires, participando de la que nosotros consideramos la mayor movilización popular desde los actos de Raúl Alfonsín e Ítalo Lúder, por el radicalismo y el justicialismo respectivamente, a comienzos de la década del '80. Tuvieron que pasar casi treinta años para que se volviera a vivir un acontecimiento similar a aquellos del final de la dictadura. Según nuestros datos, participaron alrededor de 800 mil personas y hemos percibido tres ejes centrales: en primer lugar, el rechazo a la corrupción del gobierno nacional; en segundo lugar, el reclamo por la inseguridad; y, por último, la negativa a cualquier intento de habilitar la re-reelección de la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner. En un segundo plano, también aparecieron otras demandas como las referidas a la inflación y el alto costo de la vida, la falta de independencia de la Justicia y las lesiones a la libertad de expresión. Pero, insisto, estas cuestiones aparecieron como secundarias respecto de los tres grandes temas antes mencionados que sí atravesaron a la totalidad de los presentes.
Desde el gobierno se intentó estigmatizar la movilización, circunscribirla de forma despectiva a las clases medias, ¿cómo describiría usted su composición?
La manifestación estuvo integrada, básicamente, por sectores de clase media urbana y sectores de trabajadores, en particular estatales. También por jubilados,por supuesto. Para la marcha de Buenos Aires nuestro espacio aportó alrededor de 3.000 jubilados que pidieron por el 82% móvil. En Resistencia, Chaco, por ejemplo, nuestros compañeros nos informaron que participaron entre 6.000 y 7.000 personas, muchas de ellas trabajadores del sector público. Es decir, la influencia de sectores plebeyos ha sido muy grande. Un dato interesante es el siguiente: de los 30 municipios del Gran Buenos Aires -en donde viven aproximadamente diez millones de personas- en 29 hubo movilización. En La Matanza, distrito que el kirchnerismo considera uno de sus bastiones, se produjeron cuatro movilizaciones simultáneas. Para ser más precisos, de los 135 municipios de la provincia de Buenos Aires, 84 respondieron a la convocatoria. Estamos hablando, en muchos casos, de una asistencia masiva -más de 10.000 concurrentes-, como en Mar del Plata, Bahía Blanca, La Plata, en el barrio de Olivos frente a la residencia presidencial y así sucesivamente. El fenómeno se repitió en provincias notablemente más pobres, como la ya mencionada Chaco, en donde la clase media es bastante más pequeña que la de Buenos Aires.
En la vía pública, en la ciudad de Buenos Aires, se observaron carteles firmados por agrupaciones tal vez ideológicamente cercanas a la suya, pero cuyas leyendas cuestionaban duramente al 8N, precisamente porque entre los reclamos de la clase media no figuraban las carencias de los sectores más vulnerables, ¿entiende una postura de este tipo?
Ocurre que hay un grado de cooptación muy grande por parte del gobierno. No voy a dar nombres pero debe ser esta la época en la que más cantidad de dirigentes y organizaciones han sido directamente compradas por recursos estatales. Entonces, ver a grupos de izquierda atacar a estas 800 mil personas en parte tiene que ver con esta situación. Nosotros creemos que los sectores medios forman parte del pueblo argentino y, por otro lado, no olvidamos que la única vez en la historia de nuestro país que cayó un gobierno como producto de una movilización popular fue en 2001 (cuando renunció el entonces presidente Fernando De la Rúa, en medio de una asfixiante crisis económica e institucional) y que por aquellos días la consigna que se cantaba era:"Piquete y cacerola, la lucha es una sola". Es por ello que así como el próximo martes vamos a acompañar la huelga general de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) y la Confederación General del Trabajo (CGT) opositoras. Lo propio hicimos los días 13 de septiembre y 8 de noviembre, cuando nos sumamos a las protestas de las clases medias.
¿Cuál fue el clima que se vivió en la movilización según lo que pudo percibir? ¿Fueron sólo expresiones de bronca o hubo lugar para la alegría, la risa y los cánticos?
Entiendo que tuvo una repercusión sumamente positiva el programa Periodismo Para Todos (PPT), de Jorge Lanata, en su emisión del domingo inmediatamente anterior al 8N, porque se planteó la cuestión del odio como una inutilidad política. Tal es así que los carteles insultantes del 13 de septiembre desaparecieron y los periodistas afines al oficialismo estuvieron presentes esta vez. Salvo el incidente con el cronista de C5N, Néstor Dib, no hubo ningún problema. Fue la única excepción en una jornada completamente pacífica.