En el marco del 38º aniversario del golpe de Estado de 1976, se estrenó Nacidos Vivos, una película sobre la sustracción de la identidad y la consiguiente lucha por el origen. En diálogo con Revista Alrededores, Alejandra Perdomo, su realizadora, comparte la motivación inicial detrás del film y cuenta por qué, lejos de ser una problemática obsoleta, es importante abrir el debate en torno al tema.
Por Danila Ramirez || @Danilarz || 27-03-2014
Tan sólo en Argentina, 3.000.000 personas desconocen su identidad. De eso trata Nacidos Vivos, un documental argentino-español sobre la búsqueda del origen. A través de distintos testimonios, y los aportes de profesionales especializados en la materia, la película recorre el camino de aquellos niños que fueron sustituidos y hoy siendo adultos intentan reconstruir su historia. Motivada por su experiencia personal, Alejandra Perdomo recrea un film fuerte, que cuestiona la naturalización de un delito que involucra la violación de un derecho del ser humano (la Identidad), y pone sobre relieve la deficiencia del aparato institucional para hacerse cargo de la cantidad de casos que luchan por encontrar una respuesta. Un film que advierte en el presente los errores del pasado.
Nacidos Vivos se estrena en el contexto del mes de la Memoria, en el que se recuerda el golpe cívico militar de 1976. La problemática de la identidad ligada a este período es particularmente sensible. Sin embargo, la película no se detiene en esta etapa de la historia…
No se detiene porque el tema de la sustitución de la identidad y el robo de niños va más allá del período de la Dictadura Militar. Yo te puedo hablar en primera persona porque fui sustituida en la identidad. Nací en el año 64, estoy lejos de lo que fue la Dictadura. Entonces, lo que hace la película es abarcar todo el espectro de gente que queda afuera del rango en el que trabajan Madres, Abuelas y el Departamento de Derechos Humanos, que afortunadamente tanto apoyan esta labor. Lo que pasa con nosotros es que no tenemos una gran visibilidad. Hay mucha gente que sigue asociando la sustracción y el robo de niños a este momento de la historia, pero fuera de él somos muchísimos también.
Y ligado a esto, ¿tu experiencia personal influyó a la hora de trabajar con ésta problemática?
Uno en cada trabajo pone mucho de sí. Yo inicié mi expediente de búsqueda en el año 2003 y la película comenzó a gestarse a partir del año 2010. Pasó muchísimo tiempo, pero creo que adentrarme en la búsqueda, ver que uno no cuenta con demasiadas herramientas, es lo que me impulsó a querer que la problemática tome visibilidad; que la sociedad conozca de qué se trata, que se interese para, de esa manera, poder multiplicar las intenciones. Si bien la gente sabe que existen casos en los que no se siguen los caminos legales para adoptar a un bebé, es importante que se empiece a llamar a esto por su nombre, porque se trata de un delito. Eso es lo que la película intenta hacer, que podamos hablar de la problemática para que no siga sucediendo. Toda persona tiene derecho a saber su origen. Y al efectuar esta práctica todo queda en el silencio, en la mentira. La persona no sabe cómo iniciar un camino de búsqueda para encontrar a su madre.
En el film se incluyen varios testimonios, opiniones de especialistas ¿Cómo fue la elección de los casos?
Nacidos Vivos tiene como columna vertebral la oficina de Derechos Humanos del Registro Civil de la Ciudad de Buenos Aires. A partir de ahí, del trabajo de Mercedes Yáñez -que es la responsable y creadora de esta oficina-, se fueron desprendiendo las historias. Historias de búsquedas que aún continúan, historias de búsqueda que fueron resueltas. Y por otro lado, elegimos la palabra de la Dra. Eva Giberti que es la persona que más sabe de adopciones, sustituciones, y explica la problemática de manera muy clara y emotiva. Es realmente un placer escucharla hablar sobre lo que significa para un niño y un adulto conocer su origen. Porque es como que te falta la pieza de un rompecabezas. Por más que hayas sido muy bien criado, el no poder cerrar el círculo es doloroso; lo que se siente es algo muy fuerte que no se puede resolver.
¿Cómo fue el proceso de producción del documental? ¿Cuánto te sentiste identificada, en algún punto o en varios, con las personas que brindaron su testimonio?
La elección se fue dando. Yo comencé a elegir a los protagonistas y por otro lado los protagonistas también me eligieron a mí. Porque es un ida y vuelta. Si la persona entrevistada no se abre, no cuenta su historia de una manera íntima, es muy difícil. Cuando a cada uno, además de presentarme, le conté mi situación de sustituida, el diálogo se empezó a dar de otra manera; ellos sabían que yo estaba pasando por lo mismo, entonces podíamos hablar en el mismo idioma. Hay muchos puntos en común. Si bien cada historia es absolutamente personal y diferente, tenemos puntos en común: la mentira, el ocultamiento. Desde ese lado yo me vi, y me veo, reflejada en cada una de las historias. Y por otro lado, ellos también pudieron hablar libremente conmigo, porque percibieron que sabía de qué se trataba.
La película comenzó a gestarse en el 2010 ¿Cuánto tiempo llevó su realización?
En el 2010 presentamos el proyecto para hacer un documental digital al Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA). Fue aprobado y ahí empezamos. Yo había bancado hacía tiempo la investigación, pero, a partir de este momento, comienza a tomar forma la película. Para el 2011 el guión estuvo prácticamente resuelto y la mayor parte de los participantes/personajes, determinados. Al mismo tiempo, el documental tiene eso de que nos permite no estructurarnos; siempre la realidad es mucho más fuerte que la ficción. Entonces, yo sabía bien hacia dónde iba pero se fueron sumando historias, se fue abriendo el abanico de posibilidades. En el medio, estuvo el viaje a España, porque una de las protagonistas vive en Cataluña hace 14 años y desde allí sigue la búsqueda de su origen. En este tiempo, tomo contacto con asociaciones y con otras personas que mediante el Facebook de Nacidos Vivos iban pidiendo la amistad y me invitan, a través de una entrevista, a participar de lo que fue la primera exhumación llevada a cabo en Valencia. Entonces, entre todos los procesos, seguir el recorrido de los protagonistas y demás, el rodaje se llevó a cabo más o menos a lo largo de un año, de todo el 2012.
¿Con qué obstáculos se encuentra una persona que busca su identidad, en Argentina?
Lamentablemente nos encontramos con un delito tan privado que a veces no hay datos ciertos. La partida de nacimiento de la mayoría es falsa. Entonces, los datos con los que contamos son falsos, lo que vuelve complejo encontrar la verdad. Salvo que tengas la palabra de un familiar o un amigo, que haya participado de ese momento: “No mirá, nosotros te fuimos a buscar a la casa de la partera tal”, etc. Mi partida de nacimiento, por ejemplo, dice que yo nací en un parto domiciliario en la casa de mis padres, y a mí toda la vida me dijeron que había nacido en el Hospital Fernández, porque mi mamá trabajaba en ahí. Entonces ¿por dónde inicio la búsqueda? Tengo que iniciar mi búsqueda por el Hospital Fernández. Porque, seguramente o posiblemente, haya nacido ahí, pero tampoco hay certezas. Es buscar una aguja en un pajar. Si no hay alguien que te diga, por ejemplo: “Nosotros sabemos que tu mamá era de la provincia tal”, o “trabajaba en tal lado”, o “se llamaba de tal forma”, es muy difícil abrir un expediente de búsqueda. Lo ideal, y es a esto a lo que apunta la película, es que no siga pasando. Quizás ya no podemos trabajar hacia atrás, pero sí intentemos trabajar a futuro. Que a una mujer en estado de vulnerabilidad, que esté por dar a luz a un niño, no la induzcan para que se desprenda de él porque no tiene los medios para mantenerlo, sino que tratemos de ayudarla para que pueda hacerse cargo. Tratemos de revertir el imaginario social que ve esto como una alternativa. Cuando se sustituye a un niño, el pensamiento que surge primero es: “Le están haciendo un bien”, “vaya a saber pobrecito lo que estaría pasando”. Se piensa eso y no en preservar el derecho a la Identidad que tiene esa criatura. Y por otro lado, toda persona que sienta que sus derechos fueron violados debe poder manifestarse y tener a dónde dirigirse. Por eso desde lo legal, lo institucional, tienen que existir las herramientas para que aquellos que quieren apropiarse de su historia, puedan hacerlo. Oficinas que realizan el trabajo de búsqueda minuciosa, de ir a los archivos de registro civil e investigar, en la ciudad de Buenos Aires, está la de Mercedes Yáñez. Debería haber en cada registro civil, o por lo menos en un registro civil de cada provincia, una oficina como esta, porque los pedidos son innumerables.
¿Cómo se dio el proceso de búsqueda en tu caso? ¿Vos te enteraste en el 2003 que fuiste sustituida?
No, digamos que en el 2003 yo me hago cargo de esta parte de mi vida y me pongo a investigar. A mí nunca nadie me dijo que fui adoptada (mucho menos ilegalmente). No me lo dijeron mis padres, no me lo dijeron en los círculos de amigos. Sin embargo, yo siempre me supe ajena, desde chica. No me pude reconocer nunca en mis padres de crianza. Yo me veía diferente no sólo físicamente, sino en todo. Me sentía como quién dice “sapo de otro pozo”. Cuando sos niño preguntás, las respuestas son: “no, lo que pasa es que vos te parecés a una tía que vive lejos, que vive en España”. Esas cosas que van surgiendo. Entonces, a esa edad uno intenta conformarse, porque necesita que le digan la verdad. Después la vida va pasando, se piensa en otras cosas. Yo recién me hago cargo de esto teniendo casi 40 años, después de un accidente en el que sentí que me moría, que no iba a sobrevivir. Luego del shock, del golpe, de meses de estar postrada, logro levantarme y tomo la decisión. Por eso, cada búsqueda es personal. Entonces me contacto con la oficina de Derechos Humanos, en el Registro Civil de la Ciudad de Buenos Aires y empieza otra etapa en mi historia.
¿Pudiste encontrar una respuesta en algún momento?
Es muy complicado. En una oportunidad, en el año 2010, la Sra. Mercedes Yáñez me dice: “Mirá, tengo un par de datos que para mí son para seguir, de dos mujeres que coinciden con el perfil de tu mamá. Vení que te los quiero mostrar”. Estuve alrededor de tres horas sentada, con ella, porque la atención en su oficina es personalizada. Uno se sienta, abre su historia de vida. No tiene un tiempo, no es como una consulta médica. Está el tiempo que tiene que estar, con la intimidad que tiene que haber, a puerta cerrada. Y yo pensé que tenía muchas cosas resueltas en mi vida, y me di cuenta de que no. Fue terrible decir: “Bueno, tengo acá, en mis manos, un nombre que puede ser el de mi madre y el dato que dice que la puedo encontrar en tal lugar”. Es un momento terrible, muy fuerte. A mí me llevó unos cuantos días animarme. Fui con una amiga y finalmente no era por ese lado. Había un error en la documentación de su hija y no era… Por eso, cada búsqueda es íntima. Si bien entre todos nosotros tenemos denominadores comunes, cómo los resuelve cada uno tiene que ver con el carácter, con la sensibilidad, con el momento de vida que está pasando.
¿Qué experiencia te llevás de la película y cómo influyó en tu historia personal su realización?
Estoy muy contenta, porque siento que es la película que quería contar. Los protagonistas son realmente un lujo. Acompañan al documental a todos lados. Nunca tuve un “no” por parte de nadie. Desde David Lebón y Liliana Lagardé que son los autores de una de las canciones, “Hombre de Mala Sangre”, que enseguida confiaron y pusieron sus derechos. En un momento, hay un fragmento de “Desconfío” de Pappo que su hijo Luciano nos dio los derechos de inmediato. Todas las personas, Viviana Caliza que aportó su voz como cantante y además es sustituida, por eso es una de las protagonistas. Fue siempre un “sí”, en todas las instancias: Eva Gigarti, Mercedes Yáñez cuando le planteamos que desde su oficina pasarían las historias. Todo fue sumando y es más de lo que soñé. Por eso, creo que hoy puedo decir que no necesito seguir buscando. No me urge. No estoy impaciente por encontrar mi origen. Son tantas las bendiciones y agradecimientos que recibo, que siento que mi tema personal ya lo tengo solucionado. Quizás todos los que hacemos películas ponemos mucho de nosotros y siempre hay algo autoreferencial. Ésta tiene mucho de eso. Y hacer el recorrido con todas las personas… Yo no lo tomé como una terapia, no fue mi intención, pero seguramente hay algo en mí que se ha sanado.
Decís que es la película que siempre quisiste hacer ¿Cuáles fueron tus búsquedas constantes durante su filmación?
Está contado, por un lado, con el corazón y por otro lado a través de un equipo técnico maravilloso. La intención fue que los protagonistas se encontraran con un set armado y que pudieran hablar con toda la tranquilidad, sabiendo lo intimidatorio que es una cámara. Entonces intentamos que el equipo sea reducido, lo mínimo indispensable, para el momento de la entrevista. Y se involucraron tanto todos, la parte realizativa y los protagonistas, que me sentí apoyadísima. Por eso tengo la película que quería contar, porque todo se amalgamó de manera extraordinaria.
¿Con qué te gustaría que se encuentre el público que vea Nacidos Vivos?
En principio, yo creo que la película es reveladora. Una de las líneas de ficción está atravesada por la historia de Clara, que es una muchacha embarazada, y atrás hay una especie de túnel que va hacia la luz. Desde ese lado creo que la película es reveladora, desde la intención de ir hacia la luz. Porque a veces se obra por ignorancia. Mucha gente se asombra cuando uno dice que sustituir chicos es un delito, porque está instalado como natural que alguien se quede con una criatura y la forme mintiéndole. Entonces, cuando escuche los relatos de la gente, la palabra de Eva, el recorrido y el trabajo que hace Mercedes, ahí empieza a entender; a ver una realidad que tenía ante los ojos, pero que realmente no estaba develada. Con eso creo que se va a encontrar la gente. Después hay situaciones de registro que son muy lindas, situaciones que estaban planeadas, pero no tanto. Yo trato de no estructurar a los protagonistas, de darles la libertad para que se sientan cómodos, en cuanto al relato, y que puedan decir lo que tengan ganas. Lo que pude ver en la función de pre estreno es que el público se emocionó muchísimo, los protagonistas... Quizás nada tenía que ver con la temática, porque creo que la cuestión de la identidad es algo que está cercano a todos. Es desde ese lado también, donde la gente puede sentir una cierta identificación.